No fue una tarde más
Re: Una lucha increíble
Capítulo 1: Ingenuidad y asertividad
Voy a intentar contar mi historia siendo lo más respetuoso posible, es decir sin hacer un daño innecesario a otras personas, que se merecen el respeto debido. Sin embargo he de contar todo tal cual sucedió, porque omitiendo alguna parte de la historia, ésta no tendría ni pies ni cabeza.
De todos los profesores que se presentaron la primera semana de clase en aquel octubre de 2009, solamente uno me cayó bastante mal el primer día de clase. Fue por una tontería, pero esa tontería la voy a contar.
Vino a decir que no se iba a molestar en hacer las listas de los alumnos que tenían que pasar cada semana a la sala de ordenadores, que era una sala común para todas las asignaturas. En las demás asignaturas que he cursado, podías consultar la lista de los alumnos que tenían que pasar cada semana por la sala de ordenadores.
El verano anterior me había leído un libro sobre asertividad, que es más o menos, ser un poco insistente en defender lo que crees justo, lo que crees tu derecho, manteniendo siempre la cordialidad y las buenas maneras.
Al final de la clase me acerqué al profesor a argumentar que sería bueno tanto para mí, como para el resto de los compañeros conocer de antemano la fecha en la que tendríamos las prácticas en la sala de informática. Me preguntó porqué. Y le dije que así podemos planificar mejor nuestros horarios, y no tenemos porqué ir personas de más a hacer cola, sin saber si vamos a caber o no. No me respondió y dijo en voz alta para todos los compañeros:
“Recordad que siempre, todos los días, debeís ir a la sala de ordenadores para las prácticas de la asignatura algunos más de la capacidad de la sala, e iréis pasando uno a uno por estricto orden alfabético hasta completar todos los ordenadores.”
Como no me había hecho caso a la primera petición de que hubiera listas de grupos de alumnos y las fechas de las prácticas, que co***, no había estudiado cómo ser asertivo: me animé:
“Claro, y los primeros que van a ir a realizar las prácticas de la asignatura van a ser los que su primer apellido está antes en el abecedario. No lo veo justo, habría que sortear si se empieza por la A o por la Z.”
Me miró algo raro, como pensando, este tío de qué va, y me dijo algo como que siempre había sido así, y no pensaba cambiar.
Pasó como un mes, y al mismo profesor al que lo había demostrado lo asertivo que era, lo que él podía interpretar como el más molesto de la promoción, un día se le fue la cabeza, y dijo en clase algo que a mí me produjo una fuerte impresión.
Empezó hablando de la gente que hace la pelota en clase, diciendo que a él le encantan los que le hacen la pelota, y que los bonificaría con un punto más en la nota final. Y se fue animando y animando. Añadió que si alguno de vosotros se encuentra conmigo cualquier noche y me paga una copa, también tendría un punto adicional. Y si es chica, dos puntos adicionales.
Terminó con un, quién quiere obtener un diez en mi asignatura.
Como nadie respondió a su pregunta, se respondió a sí mismo:
“Verdad que no sería descabellado que si una de vosotras fuese mi amante, la premiara con un diez en la asignatura.”
Cuando llegué a casa sin pensármelo dos veces, miré el horario de tutorías del profesor, y decidí ir directamente a decirle que lo que dijo no es correcto, y menos con la ola de feminismo que nos invade, que es un comportamiento no sólo machista , sino injusto e inaceptable.
La mañana siguiente había en la puerta de la facultad folletos con los candidatos a Rector de la Universidad. Como siempre llegaba con veinte minutos de tiempo antes del comienzo de las clases y siempre cogía en la puerta alguno que leer. Me leí los folletos de propaganda electoral, y me sorprendió que uno de los candidatos había sido profesor mío, un profesor que era de admirar, y que me había dado teoría de álgebra lineal, en mi primer año universitario, en 1991. Después estuve un rato en la biblioteca de la facultad, y saqué un libro que me pareció interesante: “Goal oriented behavior” Conducta orientada a meta.
Cuando llegó la hora de la tutoría habían finalizado las clases de la mañana, y ni corto ni perezoso, llamé a la puerta del despacho del profesor con los nudillos.
El profesor me abrió la puerta.
-¿Qué deseas?
-He visto que es su hora semanal de tutorías, y si no tiene inonveniente, me gustaría hablar un poco con usted.
-Pasa, que me vas a venir bien, para darme tu opinión.
En ningún momento me dio pie para decirle el motivo de mi visita, y me atiborró a preguntas, una tras otra, sin dejarme ni tiempo para pensar, ni tiempo para recuperar el aliento.
-¿Cuál es la razón para haberte matriculado en la universidad, siendo ya bastante mayor?
-La verdad es que ahora tengo bastante tiempo libre.
-Y, ¿por qué Psicología y no cualquier otra carrera?
-Estuve dudando entre Filosofía y Psicología.
-Y, ¿porqué te decidiste por Psicología?
-Bueno, quizá haya sido por ampliar mi cultura, pues libros de Filosofía he leído algunos, y conozco algo, pero de Psicología no sé absolutamente nada.
-¿Qué autores has leído de Filosofía?
-He leído a autores cristianos como Erich Fromm y Santo Tomás, y también a Ortega y Gasset.
-¿Qué libros de Erich Fromm has leído?
-He leído “El arte de amar”, “El miedo a la libertad” y…
No me dejó acabar y cambió de tema.
-Llevas folletos de las candidaturas al Rectorado. ¿Por cuál te decantas?
-Por Daniel Hernández Ruipérez.
-¿Por qué razón?
-Fue mi profesor y guardo un gran recuerdo de él. Quizá sea de todos los profesores que he tenido, al que más admiro.
-¿Porqué lo admiras?
-Eran otros tiempos, los años noventa. Iba a clase siempre a la hora en punto. Llevaba la clase de cada día tan bien preparada, que sólo con una tiza y sin llevar ni libros, ni apuntes, llenaba dos pizarras a tiza cada día de clase. Y siempre dejaba dos minutos al final para que le pudiésemos preguntar por algo que no hubiésemos entendido.
Noté una emoción de disgusto en su cara. Y entonces me apresuré a añadir:
-Pero claro, las matemáticas no se parecen en nada a la Psicología.
Ya hemos hablado bastante. Estoy viendo una serie de vídeos para proyectarlos en clase.
-¿Puedes decirme cuál de ellos ves más interesante o conveniente para ponerlo en clase?
Los estuve viendo con atención, y no supe decidirme por cuál de ellos me parecía más adecuado. Le contesté algo que quedó grabado durante meses en su cabeza.
-Ya que menciona lo de los vídeos, no sé cuál es más adecuado de los que he visto, pero sí me gustaría decirle algo. Escoja el que escoja, una mejora de las clases sería proyectarlo siempre al principio de las clases, para poder tener un pequeño debate tras ver el vídeo. Me he dado cuenta de que muchas veces se proyecta el vídeo tan tarde, que suena el timbre antes incluso de haber terminado el vídeo, y ni siquiera podemos ver el final.
No me fijé en su expresión, pero le había herido mucho más de lo que yo imaginaba en su amor propio.
-Bueno, pues me alegro que hayas venido a verme, y de ahora en adelante, tutéame. ¿Deseas alguna cosa más?
-No, no, no deseo nada más.
-Pues no vemos en las clases.
-Adiós.
-Adiós.
Voy a intentar contar mi historia siendo lo más respetuoso posible, es decir sin hacer un daño innecesario a otras personas, que se merecen el respeto debido. Sin embargo he de contar todo tal cual sucedió, porque omitiendo alguna parte de la historia, ésta no tendría ni pies ni cabeza.
De todos los profesores que se presentaron la primera semana de clase en aquel octubre de 2009, solamente uno me cayó bastante mal el primer día de clase. Fue por una tontería, pero esa tontería la voy a contar.
Vino a decir que no se iba a molestar en hacer las listas de los alumnos que tenían que pasar cada semana a la sala de ordenadores, que era una sala común para todas las asignaturas. En las demás asignaturas que he cursado, podías consultar la lista de los alumnos que tenían que pasar cada semana por la sala de ordenadores.
El verano anterior me había leído un libro sobre asertividad, que es más o menos, ser un poco insistente en defender lo que crees justo, lo que crees tu derecho, manteniendo siempre la cordialidad y las buenas maneras.
Al final de la clase me acerqué al profesor a argumentar que sería bueno tanto para mí, como para el resto de los compañeros conocer de antemano la fecha en la que tendríamos las prácticas en la sala de informática. Me preguntó porqué. Y le dije que así podemos planificar mejor nuestros horarios, y no tenemos porqué ir personas de más a hacer cola, sin saber si vamos a caber o no. No me respondió y dijo en voz alta para todos los compañeros:
“Recordad que siempre, todos los días, debeís ir a la sala de ordenadores para las prácticas de la asignatura algunos más de la capacidad de la sala, e iréis pasando uno a uno por estricto orden alfabético hasta completar todos los ordenadores.”
Como no me había hecho caso a la primera petición de que hubiera listas de grupos de alumnos y las fechas de las prácticas, que co***, no había estudiado cómo ser asertivo: me animé:
“Claro, y los primeros que van a ir a realizar las prácticas de la asignatura van a ser los que su primer apellido está antes en el abecedario. No lo veo justo, habría que sortear si se empieza por la A o por la Z.”
Me miró algo raro, como pensando, este tío de qué va, y me dijo algo como que siempre había sido así, y no pensaba cambiar.
Pasó como un mes, y al mismo profesor al que lo había demostrado lo asertivo que era, lo que él podía interpretar como el más molesto de la promoción, un día se le fue la cabeza, y dijo en clase algo que a mí me produjo una fuerte impresión.
Empezó hablando de la gente que hace la pelota en clase, diciendo que a él le encantan los que le hacen la pelota, y que los bonificaría con un punto más en la nota final. Y se fue animando y animando. Añadió que si alguno de vosotros se encuentra conmigo cualquier noche y me paga una copa, también tendría un punto adicional. Y si es chica, dos puntos adicionales.
Terminó con un, quién quiere obtener un diez en mi asignatura.
Como nadie respondió a su pregunta, se respondió a sí mismo:
“Verdad que no sería descabellado que si una de vosotras fuese mi amante, la premiara con un diez en la asignatura.”
Cuando llegué a casa sin pensármelo dos veces, miré el horario de tutorías del profesor, y decidí ir directamente a decirle que lo que dijo no es correcto, y menos con la ola de feminismo que nos invade, que es un comportamiento no sólo machista , sino injusto e inaceptable.
La mañana siguiente había en la puerta de la facultad folletos con los candidatos a Rector de la Universidad. Como siempre llegaba con veinte minutos de tiempo antes del comienzo de las clases y siempre cogía en la puerta alguno que leer. Me leí los folletos de propaganda electoral, y me sorprendió que uno de los candidatos había sido profesor mío, un profesor que era de admirar, y que me había dado teoría de álgebra lineal, en mi primer año universitario, en 1991. Después estuve un rato en la biblioteca de la facultad, y saqué un libro que me pareció interesante: “Goal oriented behavior” Conducta orientada a meta.
Cuando llegó la hora de la tutoría habían finalizado las clases de la mañana, y ni corto ni perezoso, llamé a la puerta del despacho del profesor con los nudillos.
El profesor me abrió la puerta.
-¿Qué deseas?
-He visto que es su hora semanal de tutorías, y si no tiene inonveniente, me gustaría hablar un poco con usted.
-Pasa, que me vas a venir bien, para darme tu opinión.
En ningún momento me dio pie para decirle el motivo de mi visita, y me atiborró a preguntas, una tras otra, sin dejarme ni tiempo para pensar, ni tiempo para recuperar el aliento.
-¿Cuál es la razón para haberte matriculado en la universidad, siendo ya bastante mayor?
-La verdad es que ahora tengo bastante tiempo libre.
-Y, ¿por qué Psicología y no cualquier otra carrera?
-Estuve dudando entre Filosofía y Psicología.
-Y, ¿porqué te decidiste por Psicología?
-Bueno, quizá haya sido por ampliar mi cultura, pues libros de Filosofía he leído algunos, y conozco algo, pero de Psicología no sé absolutamente nada.
-¿Qué autores has leído de Filosofía?
-He leído a autores cristianos como Erich Fromm y Santo Tomás, y también a Ortega y Gasset.
-¿Qué libros de Erich Fromm has leído?
-He leído “El arte de amar”, “El miedo a la libertad” y…
No me dejó acabar y cambió de tema.
-Llevas folletos de las candidaturas al Rectorado. ¿Por cuál te decantas?
-Por Daniel Hernández Ruipérez.
-¿Por qué razón?
-Fue mi profesor y guardo un gran recuerdo de él. Quizá sea de todos los profesores que he tenido, al que más admiro.
-¿Porqué lo admiras?
-Eran otros tiempos, los años noventa. Iba a clase siempre a la hora en punto. Llevaba la clase de cada día tan bien preparada, que sólo con una tiza y sin llevar ni libros, ni apuntes, llenaba dos pizarras a tiza cada día de clase. Y siempre dejaba dos minutos al final para que le pudiésemos preguntar por algo que no hubiésemos entendido.
Noté una emoción de disgusto en su cara. Y entonces me apresuré a añadir:
-Pero claro, las matemáticas no se parecen en nada a la Psicología.
Ya hemos hablado bastante. Estoy viendo una serie de vídeos para proyectarlos en clase.
-¿Puedes decirme cuál de ellos ves más interesante o conveniente para ponerlo en clase?
Los estuve viendo con atención, y no supe decidirme por cuál de ellos me parecía más adecuado. Le contesté algo que quedó grabado durante meses en su cabeza.
-Ya que menciona lo de los vídeos, no sé cuál es más adecuado de los que he visto, pero sí me gustaría decirle algo. Escoja el que escoja, una mejora de las clases sería proyectarlo siempre al principio de las clases, para poder tener un pequeño debate tras ver el vídeo. Me he dado cuenta de que muchas veces se proyecta el vídeo tan tarde, que suena el timbre antes incluso de haber terminado el vídeo, y ni siquiera podemos ver el final.
No me fijé en su expresión, pero le había herido mucho más de lo que yo imaginaba en su amor propio.
-Bueno, pues me alegro que hayas venido a verme, y de ahora en adelante, tutéame. ¿Deseas alguna cosa más?
-No, no, no deseo nada más.
-Pues no vemos en las clases.
-Adiós.
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Re: Una lucha increíble
anda tio, olvídate de lo qeu pasó hace 11 años y vete con una amiga a recorrer francia y no vuelvas hasta que traigas una grada rápida de 5 metros de menos de 5 años, con discos de mínimo 55cm de diámetro por menos de 8000 pavos.
Sin piva no vale.
Una piva te hace ver otros puntos de vista, te hace más moderado, te desarrolla la paciencia y en consecuencia te hace ser menos egoista mas inteligente y más feliz.
Sin piva no vale.
Una piva te hace ver otros puntos de vista, te hace más moderado, te desarrolla la paciencia y en consecuencia te hace ser menos egoista mas inteligente y más feliz.
esto se va al garete
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Re: Una lucha increíble
Y como se te ocurre a esas edades meterte en un nido de grillados como es una facultad de psicología?
Re: Una lucha increíble
En aquellos años noventa leí un libro de Anatoly Karpov.
Se titulaba "Aprender de la derrota".
Analizaba partidas perdidas contra rivales más fuertes en sus primeros años.
Y cómo años después los derrotó tras haber hecho un trabajo de análisis minucioso.
Pienso más como ajedrecista que como agricultor. No creo que podáis entenderme.
Se titulaba "Aprender de la derrota".
Analizaba partidas perdidas contra rivales más fuertes en sus primeros años.
Y cómo años después los derrotó tras haber hecho un trabajo de análisis minucioso.
Pienso más como ajedrecista que como agricultor. No creo que podáis entenderme.
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Re: Una lucha increíble
chisel- escribió:anda tio, olvídate de lo qeu pasó hace 11 años y vete con una amiga a recorrer francia y no vuelvas.....
Sin piva no vale.
Una piva te hace ver otros puntos de vista, te hace más moderado, te desarrolla la paciencia y en consecuencia te hace ser menos egoista mas inteligente y más feliz.
El que haya estado por Francia una vez en coche, no quiere decir que sea algo que me guste hacer. En aquella ocasión fue por una apuesta, una apuesta con mi padre.
Con una Piva como dices tú, no hace falta ir tan lejos, con lo bonito que es Portugal.
[Estoy pensando lo feliz que sería ahora el emérito de no ser por cierta Piva]
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Re: Una lucha increíble
Se pierden menos partidas de ajedrez pensando cómo agricultor que como ajedrecista
Re: Una lucha increíble
Sí pero se trata de ir a buscar la grada rápida, con una tía que en tienda de maquinaria en tienda de ajedrez y te entienda a ti en un país menos seco,, en Portugal hay piedras y pinos,, pero vas a rentabilizar poco el viaje., para ir a Portugal mejor quédate en La Moraña te ahorras la gasolina
esto se va al garete
Re: Una lucha increíble
Sí claro con una tía te puedes arruinar la vida igual que con un tío pero tienes que dar con la persona adecuada claro, si no la única opción que veo que te olvides de los de la Universidad esa es que vayas con un lanzallamas
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Re: Una lucha increíble
Tal como describe Favorit esa facultad es una pena que esté al otro extremo de España, porque dan ganas de apuntarse aunque solo sea para descojonarse un rato del personal que por allí habita.
Re: Una lucha increíble
Ese hombre, Rocío Jurado:chisel- escribió:Sí claro con una tía te puedes arruinar la vida igual que con un tío.....
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Re: Una lucha increíble
Capítulo 2: La osadía liga, la prudencia no liga.
El profesor de una de las asignaturas del primer cuatrimestre nos recomendó un programa de televisión que trataba muchos temas sobre Psicología, sobre nuevos hallazgos sobre del cerebro humano, y sobre el comportamiento social: Redes 2.0 presentado y dirigido por Eduard Punset. Cogí afición a ver todas las semanas el programa en cuestión.
Recuerdo un programa que trataba sobre la plasticidad cerebral. Como un cerebro se adapta a las tareas que hacemos, reconfigurando las conexiones neuronales entre diferentes áreas cerebrales. En el programa se analizaba el funcionamiento del cerebro y sus cambios adaptativos a diferentes tareas con distinto grado de dificultad. Recuerdo que hablaron del cerebro de los músicos, del cerebro de los taxistas de una gran urbe, etcétera. Resulta que al realizar repetidamente ciertas tareas, bien sean laborales, deportes, juegos o hobbies, el cerebro se adapta reconfigurando áreas del cerebro, y potenciando la actividad de algunas mientras que se reduce la actividad en otras. Entendí que el cerebro de cada persona cambia con las tareas que realiza, se reconfigura, se adapta, tiene plasticidad. Incluso hay personas que tras un daño cerebral en un área concreta debido a un accidente cerebro-vascular, o a una lesión tras un golpe, y habiendo perdido alguna habilidad concreta, con el tiempo, si el daño era sólo muy localizado, el cerebro reaprendía la habilidad perdida utilizando otras áreas cerebrales. Así un escritor, un músico, un ajedrecista, un taxista de Londres o un piloto de aviación tendrían todos cerebros diferentes con zonas de éste potenciadas y desarrolladas y otras zonas apenas utilizadas.
En otro programa vi un estudio de Dario Maestrepieri en el que partiendo de un análisis de la conducta de los Macacos Resus lo extrapolaba al caso humano. Resulta que los Macacos Resus han triunfado sobre los chimpancés a pesar de ser estos últimos más inteligentes, porque los Macacos son más sociales, les gusta la compañía de otros, incluso de sus enemigos. La estructura social de los Macacos es matriarcal, y son los machos jóvenes los que migran, y las hembras las que permanecen en su mismo grupo social. Dario Maestrepieri llega a una conclusión tras su estudio: La osadía liga y la prudencia no liga.
Resulta que los machos con más testosterona, los machos más competitivos, más peleones, eran percibidos por las hembras como más atractivos. Aplicado a los humanos, las mujeres saben qué hombres tienen más testosterona mirando su rostro. A más testosterona, más agrado por la lucha, por la competición, por los retos, por los peligros.
El éxito en la competición, sea física, dialéctica o intelectual es muy valorado por las mujeres y por las hembras de los Macacos.
Por así decirlo, la mujer no busca la belleza masculina, sino al luchador que se enfrentaría a un dragón. El hombre que más busca la lucha, el enfrentamiento, la competición o el riesgo es más atractivo para las mujeres.
Así fui viendo programa tras programa, mientras mi cerebro plástico y adaptable como el de todos nosotros, fue absorbiendo en muy poco tiempo una cantidad de información vasta que fue cambiando poco a poco mi manera de pensar y mi manera de ser y de comportarme.
Una de las asignaturas de libre elección que había escogido era Oratoria, debate y argumentación. Constaba de teoría y de práctica, con lo cual el objetivo final era lograr ser buen orador, y vencer en un debate. En la asignatura el profesor asignó temas de debate a grupos de cuatro personas, teniendo un grupo que defender una postura y el grupo rival la contraria. A nuestro grupo por ejemplo nos tocó defender la adopción de niños por parejas homosexuales y a nuestro grupo rival atacar esa adopción. Pero antes de esos debates de los últimas días de la asignatura, hubo discursos individuales sobre temas de la actualidad del momento. En ese último trimestre de 2009 estaba tramitándose el derecho al aborto de menores de edad sin el conocimiento de los padres. No todos subíamos al atril a realizar nuestro discurso el mismo día, y yo fui escuchando discurso tras discurso, hasta el día que me tocó subir a mí y a los demás escucharme. Antes de entrar en clase, estuve en el exterior, y hacía una tarde plácida. Pasé junto a un banco en el que estaba sola una compañera de asignatura, y me hizo un gesto de que me sentara con ella. Nos pusimos a hablar y estuvimos conversando unos veinte minutos. Me acordé del documental de los Macacos, de que el valiente, el osado liga, es atractivo para las hembras, y le dije a mi compañera de banco: “Verás la que voy a montar cuando suba al atril a pronunciar mi discurso.”
Mi discurso no fue sobre si una menor debería poder abortar sin el consentimiento de los padres. Decidí hacer un discurso conservador, cristiano, retrógrado, del siglo pasado, provocador.
Título del discurso: El aborto no es un derecho, el aborto es un asesinato.
Los dos minutos que estuve en el atril me dediqué a provocar a mi audiencia, a decir lo que era más políticamente incorrecto. Llamé a las mujeres que abortan asesinas. Dije que el asesinato no puede ser nunca un derecho. Dije que las mujeres con puestos directivos a veces renuncian a la maternidad por el éxito en su carrera profesional. Dije que la población española en particular es una población envejecida en parte como consecuencia del derecho al aborto. Y acabé repitiendo dos veces el aborto no es un derecho, el aborto es un asesinato, antes de que mi tiempo expirara (teníamos un cronómetro a la vista). Disfruté como un enano observando la reacción de mi audiencia, y mirando de reojo al profesor a mi izquierda. Como había subido sin papel ni apuntes, y sin preparar lo que iba a decir, pues se me había ocurrido justo antes de entrar a la clase, el resultado fue un discurso convincente, logrado, provocador, y efectivo. Al profesor lo vi disfrutar y sonreír teniendo que esforzarse para no estallar de la risa. Mis compañeros de clase, mi audiencia, estaban perplejos, con una atención concentrada al máximo en lo que yo decía, y podía ver caras y gestos de desaprobación, caras de sorpresa, en definitiva caras raras ante un discurso que se había salido fuera por completo del tema a debatir. Hubo compañeras que pidieron la palabra para protestar ante el profesor por lo que había sucedido. El profesor vino a decir que aún reconociendo que me había salido del tema, el discurso había estado bien realizado en cuanto a que había mirado a la audiencia, no había leído en absoluto, había resultado convincente y me había ajustado al tiempo de dos minutos. Dijo también que era un discurso de prueba, para soltarnos y perder el miedo a hablar en público, y que a él personalmente le había agradado al ser diferente.
A la salida de clase, varias compañeras se acercaron para recriminarme lo que había hecho, pues no podían entender el ataque que había hecho a las mujeres que abortan, y mi falta de empatía con la mujer que decide abortar. Yo contesté que hay muchos métodos para evitar el emabarazo no deseado, y que de producirse, y la madre no poder hacerse cargo del hijo, hay muchas parejas esperando un niño o niña que adoptar.
El profesor de una de las asignaturas del primer cuatrimestre nos recomendó un programa de televisión que trataba muchos temas sobre Psicología, sobre nuevos hallazgos sobre del cerebro humano, y sobre el comportamiento social: Redes 2.0 presentado y dirigido por Eduard Punset. Cogí afición a ver todas las semanas el programa en cuestión.
Recuerdo un programa que trataba sobre la plasticidad cerebral. Como un cerebro se adapta a las tareas que hacemos, reconfigurando las conexiones neuronales entre diferentes áreas cerebrales. En el programa se analizaba el funcionamiento del cerebro y sus cambios adaptativos a diferentes tareas con distinto grado de dificultad. Recuerdo que hablaron del cerebro de los músicos, del cerebro de los taxistas de una gran urbe, etcétera. Resulta que al realizar repetidamente ciertas tareas, bien sean laborales, deportes, juegos o hobbies, el cerebro se adapta reconfigurando áreas del cerebro, y potenciando la actividad de algunas mientras que se reduce la actividad en otras. Entendí que el cerebro de cada persona cambia con las tareas que realiza, se reconfigura, se adapta, tiene plasticidad. Incluso hay personas que tras un daño cerebral en un área concreta debido a un accidente cerebro-vascular, o a una lesión tras un golpe, y habiendo perdido alguna habilidad concreta, con el tiempo, si el daño era sólo muy localizado, el cerebro reaprendía la habilidad perdida utilizando otras áreas cerebrales. Así un escritor, un músico, un ajedrecista, un taxista de Londres o un piloto de aviación tendrían todos cerebros diferentes con zonas de éste potenciadas y desarrolladas y otras zonas apenas utilizadas.
En otro programa vi un estudio de Dario Maestrepieri en el que partiendo de un análisis de la conducta de los Macacos Resus lo extrapolaba al caso humano. Resulta que los Macacos Resus han triunfado sobre los chimpancés a pesar de ser estos últimos más inteligentes, porque los Macacos son más sociales, les gusta la compañía de otros, incluso de sus enemigos. La estructura social de los Macacos es matriarcal, y son los machos jóvenes los que migran, y las hembras las que permanecen en su mismo grupo social. Dario Maestrepieri llega a una conclusión tras su estudio: La osadía liga y la prudencia no liga.
Resulta que los machos con más testosterona, los machos más competitivos, más peleones, eran percibidos por las hembras como más atractivos. Aplicado a los humanos, las mujeres saben qué hombres tienen más testosterona mirando su rostro. A más testosterona, más agrado por la lucha, por la competición, por los retos, por los peligros.
El éxito en la competición, sea física, dialéctica o intelectual es muy valorado por las mujeres y por las hembras de los Macacos.
Por así decirlo, la mujer no busca la belleza masculina, sino al luchador que se enfrentaría a un dragón. El hombre que más busca la lucha, el enfrentamiento, la competición o el riesgo es más atractivo para las mujeres.
Así fui viendo programa tras programa, mientras mi cerebro plástico y adaptable como el de todos nosotros, fue absorbiendo en muy poco tiempo una cantidad de información vasta que fue cambiando poco a poco mi manera de pensar y mi manera de ser y de comportarme.
Una de las asignaturas de libre elección que había escogido era Oratoria, debate y argumentación. Constaba de teoría y de práctica, con lo cual el objetivo final era lograr ser buen orador, y vencer en un debate. En la asignatura el profesor asignó temas de debate a grupos de cuatro personas, teniendo un grupo que defender una postura y el grupo rival la contraria. A nuestro grupo por ejemplo nos tocó defender la adopción de niños por parejas homosexuales y a nuestro grupo rival atacar esa adopción. Pero antes de esos debates de los últimas días de la asignatura, hubo discursos individuales sobre temas de la actualidad del momento. En ese último trimestre de 2009 estaba tramitándose el derecho al aborto de menores de edad sin el conocimiento de los padres. No todos subíamos al atril a realizar nuestro discurso el mismo día, y yo fui escuchando discurso tras discurso, hasta el día que me tocó subir a mí y a los demás escucharme. Antes de entrar en clase, estuve en el exterior, y hacía una tarde plácida. Pasé junto a un banco en el que estaba sola una compañera de asignatura, y me hizo un gesto de que me sentara con ella. Nos pusimos a hablar y estuvimos conversando unos veinte minutos. Me acordé del documental de los Macacos, de que el valiente, el osado liga, es atractivo para las hembras, y le dije a mi compañera de banco: “Verás la que voy a montar cuando suba al atril a pronunciar mi discurso.”
Mi discurso no fue sobre si una menor debería poder abortar sin el consentimiento de los padres. Decidí hacer un discurso conservador, cristiano, retrógrado, del siglo pasado, provocador.
Título del discurso: El aborto no es un derecho, el aborto es un asesinato.
Los dos minutos que estuve en el atril me dediqué a provocar a mi audiencia, a decir lo que era más políticamente incorrecto. Llamé a las mujeres que abortan asesinas. Dije que el asesinato no puede ser nunca un derecho. Dije que las mujeres con puestos directivos a veces renuncian a la maternidad por el éxito en su carrera profesional. Dije que la población española en particular es una población envejecida en parte como consecuencia del derecho al aborto. Y acabé repitiendo dos veces el aborto no es un derecho, el aborto es un asesinato, antes de que mi tiempo expirara (teníamos un cronómetro a la vista). Disfruté como un enano observando la reacción de mi audiencia, y mirando de reojo al profesor a mi izquierda. Como había subido sin papel ni apuntes, y sin preparar lo que iba a decir, pues se me había ocurrido justo antes de entrar a la clase, el resultado fue un discurso convincente, logrado, provocador, y efectivo. Al profesor lo vi disfrutar y sonreír teniendo que esforzarse para no estallar de la risa. Mis compañeros de clase, mi audiencia, estaban perplejos, con una atención concentrada al máximo en lo que yo decía, y podía ver caras y gestos de desaprobación, caras de sorpresa, en definitiva caras raras ante un discurso que se había salido fuera por completo del tema a debatir. Hubo compañeras que pidieron la palabra para protestar ante el profesor por lo que había sucedido. El profesor vino a decir que aún reconociendo que me había salido del tema, el discurso había estado bien realizado en cuanto a que había mirado a la audiencia, no había leído en absoluto, había resultado convincente y me había ajustado al tiempo de dos minutos. Dijo también que era un discurso de prueba, para soltarnos y perder el miedo a hablar en público, y que a él personalmente le había agradado al ser diferente.
A la salida de clase, varias compañeras se acercaron para recriminarme lo que había hecho, pues no podían entender el ataque que había hecho a las mujeres que abortan, y mi falta de empatía con la mujer que decide abortar. Yo contesté que hay muchos métodos para evitar el emabarazo no deseado, y que de producirse, y la madre no poder hacerse cargo del hijo, hay muchas parejas esperando un niño o niña que adoptar.
Última edición por FAV816 el 21 Jul 2020, 11:49, editado 1 vez en total.
"No pasa nada por hacerse unas pajillas" --José Antonio Fuertes Martín.
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Re: Una lucha increíble
Eso que llamas provocación yo lo llamo sinceridad... cualidad que hoy día se ha perdido mucho pues se impone el adoctrinamiento colectivo y se criminaliza el pensamiento individual.
Esta claro que a las tías les van los malotes o los que van a contracorriente... pero solo hasta cierto punto y el ejemplo lo has descrito bien claro en tu historia, cuando ir contra corriente supone ir contra su "doctrina e ideología" ya la cosa no les mola y lo sé de buena tinta pues yo también era la oveja negra de la clase en mis tiempos mozos.
Decir lo que se piensa siempre es incompatible con entablar vínculos sociales y afectivos con otras personas.
Esta claro que a las tías les van los malotes o los que van a contracorriente... pero solo hasta cierto punto y el ejemplo lo has descrito bien claro en tu historia, cuando ir contra corriente supone ir contra su "doctrina e ideología" ya la cosa no les mola y lo sé de buena tinta pues yo también era la oveja negra de la clase en mis tiempos mozos.
Decir lo que se piensa siempre es incompatible con entablar vínculos sociales y afectivos con otras personas.
Re: Una lucha increíble
Está claro que no plegarse a la ideología de la mayoría y defender contra viento y marea lo contrario, provoca rechazo.
Es lo que tiene ser inconformista...y no ser hipócrita, y decir aquello que realmente se piensa.
Es lo que tiene ser inconformista...y no ser hipócrita, y decir aquello que realmente se piensa.
"No pasa nada por hacerse unas pajillas" --José Antonio Fuertes Martín.
Re: Una lucha increíble
Decir lo que de verdad se piensa es lo más sano y saludable.
Entender que tus ideas generarán una reacción en las otras personas es fundamental para vivir en sociedad, lo que no pretenderéis es que si las otras personas no comparten vuestras ideas las tengan que aceptar porque si.
La duda que queda es saber si buscabas estar solo o realmente querías ampliar tu círculo social, si es la segunda está claro (todo en base a tus escritos claro está) no estabas en el ambiente adecuado.
Luego ya querer decir que me imponen una ideología, lo políticamente correcto, etc, etc, es querer poner excusas.
Veremos que deparan los siguientes capítulos.
Entender que tus ideas generarán una reacción en las otras personas es fundamental para vivir en sociedad, lo que no pretenderéis es que si las otras personas no comparten vuestras ideas las tengan que aceptar porque si.
La duda que queda es saber si buscabas estar solo o realmente querías ampliar tu círculo social, si es la segunda está claro (todo en base a tus escritos claro está) no estabas en el ambiente adecuado.
Luego ya querer decir que me imponen una ideología, lo políticamente correcto, etc, etc, es querer poner excusas.
Veremos que deparan los siguientes capítulos.
Secretorum Fidelium non sit tutum
Re: Una lucha increíble
Galizur escribió:Decir lo que de verdad se piensa es lo más sano y saludable
Falso.
"No pasa nada por hacerse unas pajillas" --José Antonio Fuertes Martín.
Re: Una lucha increíble
Que excusas he buscado yo?Galizur escribió: Luego ya querer decir que me imponen una ideología, lo políticamente correcto, etc, etc, es querer poner excusas.
Hasta ahora he contado algo que ha sucedido sin señalar a nadie y sin buscar culpables.
"No pasa nada por hacerse unas pajillas" --José Antonio Fuertes Martín.
Re: Una lucha increíble
Galizur escribió:
Veremos que deparan los siguientes capítulos.
Quién te ha dicho que va a haber más capítulos?
Quizá no escriba más para que usted no se erija juez de nada ni de nadie.
Causa y consecuencia.
En física se habla de fuerzas de acción y fuerzas de reacción.
End of Story.
"No pasa nada por hacerse unas pajillas" --José Antonio Fuertes Martín.
Re: No fue una tarde más
Música para esta tarde: The Police, "Roxanne":
"No pasa nada por hacerse unas pajillas" --José Antonio Fuertes Martín.
Re: No fue una tarde más
Escribes en un foro público lo que quieres y al ser público estás expuesto a las opiniones de quien considere darlas.
Con los años que llevas contando historias dudo mucho que ahora dejes de hacerlo, te has ido y vuelto tantas veces que ya es difícil llevar la cuenta, igual que de tus múltiples nicks.
Es lo bueno de poder elegir libremente.
De todas formas como bien dicen otros usuarios esto no deja de ser un mero pasatiempo para todos o casi todos, mejor no tomarse las cosas tan en serio.
Con los años que llevas contando historias dudo mucho que ahora dejes de hacerlo, te has ido y vuelto tantas veces que ya es difícil llevar la cuenta, igual que de tus múltiples nicks.
Es lo bueno de poder elegir libremente.
De todas formas como bien dicen otros usuarios esto no deja de ser un mero pasatiempo para todos o casi todos, mejor no tomarse las cosas tan en serio.
Secretorum Fidelium non sit tutum