Y es en este acto cuando aparece la morcilla de Doña Inés,...en plan metafórico, pero muy clarividente, de un fragmento de Don Baltasar del Alcázar.
Y aquí entramos ya en harina de otro costal, al ridiculizar los viejos tópicos del petrarquismo del amigo; la mujer destacará por un gozo en las cuestiones sexuales, actuando por un mero interés económico; al mismo tiempo que el mundo mitológico adquirirá un tinte paródico, bellamente descrito en su
"discurso de unos cuernos".
Ya sabéis,...en Jaén donde resido vive...
...
La ensalada y salpicón
hizo fin;
¿qué viene ahora?
La morcilla. ¡Oh, gran señora,
digna de veneración!
¡Qué oronda viene y qué bella!
¡Qué través y enjundias tiene!
Paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.
Pues, ¡sus!, encójase y entre,
que es algo estrecho el camino.
No eches agua, Inés, al vino,
no se escandalice el vientre.
Echa de lo trasaniejo,
porque con más gusto comas;
Dios te salve, que así tomas,
como sabia, mi consejo.
Mas di: ¿no adoras y precias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica!
Tal debe tener especias.
¡Qué llena está de piñones!
Morcilla de cortesanos,
y asada por esas manos
hechas a cebar lechones.
¡Vive Dios, que se podía
poner al lado del Rey
puerco, Inés, a toda ley,
que hinche tripa vacía!
El corazón me revienta
de placer. No sé de ti
cómo te va. Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.
Y ya sabes,...en palabras de
Don José Zorrilla.
A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí,
aquel a quien yo maté.
Si Vd. cree que algo está bien sólo porque todo el mundo lo cree,...no está pensando.