CRÓNICAS DE AYER DESDE UN PUEBLO ZAMORANO

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Ylex69
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Mensaje por Ylex69 »

   Adelante, Álvaro. Me ha encantado lo de desgarzonar. ¡Buena labor!
Querer es poder, si se quiere con energía. Juntos, podemos. y l e x 69 @ g m a i l . c o m
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

        ¡Gracias Biel, Ylex!: He pasado cuatro días con la dirección de correo electrónico averiada. Después de seis o siete sesiones de a hora y media de promedio, he conseguido, regenerar y configurar, "la cuenta", la ID, la contraseña, el Ouklot, ¡la leche!.
       Voy a intentar colgar el 2º capitulo. Tiene tres.
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

                                           EL JORNALERO. (Cap.2)-
 
            Él pensaba que la solución pasaba por aplicar la doctrina social de la iglesia. A mí me tenían chiflado las teorías anarquistas que, los de la “señá Sabina”, habían traído de francia.
            Mi idealismo me hacía pensar en la bondad del corazón humano y comulgaba con el lema de que “cada uno aporte a ls coeidad el trabajo que pueda, y reciba de la sociedad lo que necesite”, pero sin jerarquías ni estamentos.
            De la iglesia me consolaba el ejemplo de algunos curas más pobres que yho, pero me descorazonaba que el predicador de Semana Santa ganara en unos días, que se lo pagaba el Ayuntamiento, más que los jornales de toda mi familia en un año.
            Los dos coincidíamos en la necesidad de una revolución, pero incruenta. No nos servía el ejemplo de la guillotina en la francesa, ni los fusilamientos en la rusa.
            En la familia habíamos mamado el amor a la paz, por el cariño de la madre, que siempre ponía amor en la discordias.  En el ejemplo de los padres que, cuando escaseaba la comida, ellos eran los más remolones en menudear con la cuchara en la tartera común. La rabia del amargor de la injusticia la descargábamos en el frontón dándole porrazos a la pelota de forro de gato, y en la ternura de la muchacha a la que amábamos. Queríamos el diálogo, no la guerra.
            ¡Pero cualquiera le apeaba del machito a los acomodados que, cuando el trabajo era tan duro, vivían sin trabajar, cuando el alimento escaso, ellos lo tenían abundante; que cuando vestíamos con remiendos, ellos llevaban corbata. Y no les faltaban ni medicinas, ni vicios.
            En el verano del 35 gané la soldada “en ca” de “La Maragata”. Habíamos costaleado la buena senara en la panera del mesón, que daba pa la era, en las afueras del pueblo.
            Llegado enero del 36, en la enfermedad de padre, habíamos gastado las soldadas de los hermanos, pasada la sementera del 35 ya no tuvimos jornales. Subsistíamos con el cacho huerta. En casa faltaba el pan.
            Una noche nos juntamos tres amigos. Uno de ellos tenía burro. Cogimos cada uno el costal de la respiga. Forzamos la puerta y los llenamos en la panera de “La Maragata”, que seguía repleta, esperando el hambre forzara la subida del trigo. Nos los repartimos.
            Actúo la guardia de inmediato. Las huellas de los tres viajes, de un burro de pobres, sin herrar, en la era blanda por la lluvia, y en el camino, dieron muchas pistas.
            Nos llamaron al Cuartel. El vergajo nos hizo “confesar”. Cuando salió el juicio, ya había ganado el Frente Popular, en las elecciones del 16 de febrero. Yo alegué necesidad y me hice reo, exculpando a los dos amigos que tenían niños pequeños. Me cayó condena de un año. Me llevaron a cumplirla a la prisión de Carabanchel.
            Laureano, a primeros de aquel año, se incorporó voluntario al ejercito, al arma de aviación, con la esperanza de huir del pastoreo y del ordeño, de dormir al raso de San Antonio al Cristo de Villarrín, de comer migas con sebo. Lo destinaron al aeródromo de Getafe.
           
            Sublevado el ejercito, el día 19 nos pusieron en libertad. Me dieron un fusil, y me alisté en la primera columna de milicianos que salió a cortar el paso a los falangistas castellanos en el Alto del León.
            ¡Cuántos muchachos cayeron, hijos de pequeños labradores estrujados por las rentas de los absentitstas, casi tan siervos de la gleba como nosotros, los obreros.....! ¡Claro que la zarracina  no fue menor entre los “nuestros”....!: muchachos urbanos de la oficina, de la tienda y la fábrica que, en el campo, andaban perdidos.
            El gobierno de la República, sofocada la rebelión en Madrid, enseguida echó mano del ejercito regular. A mi “zurdo” compañero de pelota también lo llevaron al Guadarrama.
            Los de la era y la besana, los hijos de la estepa apretaban como fieras, y nos hacían recular. Los “míos” de Madrid, eran más blandos e indisciplinados. En la retirada íbamos dejando muertos, pero procurábamos no dejar heridos.
            Yo era enjuto, hebrudo, duro como un rayo, muy aclimatado a la sed y a los calores, a la frugalidad y al trabajo. Mis energías, incasables en aquellos días de julio y agosto, las empleaba más en salvar que en matar. Cuando caía la noche, recorría la zona de nadie, entre pinos, en la ladera de la sierra, atento a los ayes, a los  jadeos lastimeros. No sé a cuántos socorrí, más de uno murió en mis brazos.
            En el día de aquella noche, habían sacudido duro. Salí a hacer la ronda. Mis pisadas en la tamuja le hicieron recobrar la semiinconsciencia. Mi pañuelo rojo le aseguró era de “los suyos”. Al acercarme sólo tuvo fuerzas para exclamar:  -¡¡¡¡¡Melecio amigos!!!.
            ¡Dios mío!: si era Laureano, el de mi pueblo, el pastor, mi zurdo compañero de pelota. ¡Lo iba a dejar morir con 19 años....!. Corrí a buscar a otro y la parihuela  Conseguimos llevarlo hasta el hospital de campaña, en el Sanatorio Antituberculoso.
            Le quitaron la metralla de las piernas, pero apenas si le quedaba sangre. El mismísimo doctor Negrín, en el frente por aquellos días, preguntó: -¿alguien está dispuesto a prestar su sangre al camarada?. Me remangué la camisa y le ofrecí mi brazo. Me senté al lado de la camilla.
            Conectaron, con una goma, y una perilla de bombeo, mi artería a su vena. La mía, roja, entraba en la suya azul, y le daba vida. Sus ojos se abrieron y me sonrió.
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

       Como no he sido capaz de colgarlo de mis documentos, por problemas con los márgenes, he tenido que copiarlo del libro. Dado que lo hago deprisa, oberso que han salido algunos errores mecanográficos. Disculpad.
Biel
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Mensaje por Biel »

este estremece al más valiente. muy buen relato alvaro. deberias escribir un libro si todos los que tienes son así. saludos.
No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.
Madre Teresa de Calcuta
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

      Amigo Biel: He publicado cuatro libritos.
      El primer relato, el del "Llanto....", pertenece al primer libro, publicado en 1993.
      El segundo, el de la "Siega", obtuvo el primer premio en un certamen provincial. Está inédito.
      Este de "El Jornalero", también obtuvo premio. Luego lo incluí en mi cuarto libro: "Víctimas de la guerra civil en.............." (mi pueblo), estudio detallado de la sociedad, la economía, resultados electorales en la república, y pequeña biografía de todas las víctimas.
       Entre la relación de víctimas, de uno y otro bando, entre la historia documentada,  introduje este relato, de ficción, aunque basado en un hecho real.
      En lo de PUBLICAR UN LIBRO, me has dado donde me duele.
      De los dos primeros editados, agotadas las edicciones dentro del ámbito provincial, he extractado y actualizado lo que me ha parecido mejor. A eso le he añadido unos cuantos relatos inéditos, todos premiados en certámenes. Desde hace más de dos años tengo preparador "el borrador", o "manuscrito" de un libro que se titularía "Atisbando el borrajo".
       Hay instituciones que lo editarían, aquí en la provincia, pero mi intención es que traspase el límite provincial, que se publicara en Valladolid o Salamanca.
        Tengo la esperanza de que se asome por aquí alguien relacionado con la Junta de C y L, o con la Villa del libro de Urueña y se animen a publicarlo.
        Yo no tengo ganas de "llamar en puertas". A estas alturas de mi vida estoy curado de vanidades. Si algún editor o estamento oficial quiere publicarlo, ahí lo tienen, incluidas fotos antiguas para salpicar entre sus páginas.
        Sin querer vender "ninguna moto", mis relatos tienen interés por reflejar costumbres, vivencias, modos de vida, el léxico de la recién desaparecida sociedad rural tradicional.
       Gracias de nuevo por darme ocasión y pretexto para lanzar mi pregón.
       Aquí continuaré con "El Jornalero", y ¡Dios dirá!. La literatura, aunque sea sólo pretendida, humilde y terruñera pide libro.
       Un saludo a todos.  
Ylex69
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Mensaje por Ylex69 »

   Bueno, pues si llegas a publicar, mándame un mail y me dices dónde se puede comprar. Un saludo, Álvaro.
Querer es poder, si se quiere con energía. Juntos, podemos. y l e x 69 @ g m a i l . c o m
Barreirosgrande
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Mensaje por Barreirosgrande »

Yo tambien lo compraria, pero que quieres que te diga, me gusta mas aqui. porque? por que parece que me lo has escrito a mi .
 
 
Saludos Alvaro y que no falte.
Barreirosgrande
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Mensaje por Barreirosgrande »

Mira, leyendo ahora, echaba de menos la pluma de Roswita, porque no te animas y nos deleitas tu tambien con tus relatos?  Se te echa de menos.
 
 
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

        Ylex: Si me das tu dirección de correo electrónico te puedo mandar todo el texto de "Atisbando el Borrajo". Luego tendrías que imprimirlo lo que, según la impresora que tengas, te saldría más o menos caro. De todos modos, más barato que comprar el libro.
        Puedes mandármela a la mía: amodrono@telefonica.net
        Animado por "Barreirosgrande", y por todos los que entran en este foro, me pongo a copiar otro capítulo de "El Jornalero".
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

                                                  EL JORNALERO.  (Cap. 3º).
 
            Curado, le dieron permiso, pero no pudo volver a casa: el pueblo había quedado en la “zona nacional”.
            Unas milicianas paisanas, “Las Pradeñas”, que servían en Madrid, le dieron albergue en “su casa”, un palacete abandonado por sus dueños el día antes de empezar los tiros.
            Recuperado, se incorporó a mi lado en la defensa de la capital, con el frente establecido cerca de la Ciudad Universitaria. Nuestra amistad llegó al extremo de la absoluta fraternidad. Éramos los primeros cavando trincheras, retirando heridos, defendiendo la posición, disparando sin odio. Sabíamos que del otro lado había ¡tantos muchachos del pueblo....!. Nuestra idea del diálogo había fracasado. ¡Eran tan irreconciliables las posturas...!. Estábamos inmersos en una guerra que no queríamos.
            Él seguía amando los valores tradicionales de la familia, la religión, la propiedad privada, sobre todo la pequeña, siempre que cumpliera una función social  Estaba convencido de que, aunque el gobierno de la Republica consiguiera derrotar la sublevación, no se iba a reinstaurar  una democracia burguesa, sino la “dictadura del proletariado”, el Comunismo Soviético, y eso iba contra sus convicciones profundas. Coincidíamos en el afán de progreso y de justicia social.
            Yo me temía que de triunfar los “nacionales”, los “facciosos”, iban a aplastar las libertades, a mantener los privilegios de los ricos, para lo que se estaban matando los de las pequeñas clases medias, casi tan proletarios como nosotros.
            Una noche de aquel lluvioso mes de noviembre, me despidió. Sabía que no le iba a delatar.  No le pude convencer. Disimulamos nuestro cuchicheo en la trinchera ante la ronda de un Comisario.
            Cuando los altavoces del otro lado comenzaron su prédica, apeó el fusil, se apartó alegando necesidad fisiológica, reptó entre charcos y matorrales, esquivó ráfagas, llegó a las otras trincheras, respondió al alto del centinela con un: -¡No dispares que soy de los vuestros!.
Encontró a algunos del pueblo ya movilizados por obligación, que le sirvieron de salvaguardia. Escribió a casa. Contó todo lo sucedido desde julio, y cómo yo le había salvado la vida. Sus padres llevaron a los míos el primer queso de la paridera de aquel invierno.
            La guerra siguió su curso trágico. Yo ponía mis dotes físicas y humanas al servicio de los demás. No escatimaba esfuerzos. Resulta que tenía cualidades de organizador. Los mandos se fijaron en ellos y me fueron ascendiendo de categoría. Llegué a ser Teniente del Ejercito de la República.
            A Laureano, a la segunda, ya no le pude librar. Cayó en la batalla de Brunete. Sus padres consiguieron llevarlo a enterrar al pueblo. Los míos también le velaron.
            La guerra terminó. No quise huir, por Valencia, al exilio. ¿Por qué había de huir si tenía las manos limpias de sangre, si no había querido aquella guerra, si no odiaba a los vencedores, entre los que había tantos Laureanos....?. Me entregué en Madrid. Me hicieron prisionero. Pensé serían unos días, pero pasaron unos meses, temiendo ser “llamado” cada madrugada, por “culpa” de aquellas estrellas en la bocamanga.
            ¡Y lo fui!, pero a media mañana: el tío “Pacho”, que tenía la “gloria” de un hijo “caído”, uno de los veinte que pusieron en la fachada de la iglesia, lo había conseguido. Nada más saber por mis padres de mi paradero (les pasé razón por un falangista del pueblo que nos custodiaba), habló con el Alcalde. Éste fue a la capital y tocó todos los palillos. Mi principal credencial, “haber salvado a un nacional”.
            Me presenté ante el Coronel Jefe de la prisión:
            -Usted es Melecio Mansilla Luna.
            -¡Sí señor!.
            -Supongo que combatió con los “rojos” obligado y a la fuerza.
        -¡No señor!: he combatido voluntario con el Ejercito de la Republica por defender la legalidad democrática y mis ideas.
            -Pues si vosotros llegáis a vencer,¡ ni democracia, ni republica!.
            -¡Puede!.
            -¿Usted ha participado en delaciones, en “sacas”, en asesinatos?.
            -¡No señor!. En lo que pude traté de evitarlos.
            -Tenemos buenas referencias de usted. Sabemos que salvó la vida a un muchacho de su pueblo, y que le ayudó a pasar con el glorioso ejercito nacional.
            -Lo primero es verdad. Lo segundo no. Éramos amigos, me despidió y no lo delaté.
            -Esa vida ha salvado la suya. El muchacho es un “caído por Dios y por España”. El padre se ha interesado por usted-
            (Una alegría interior, mezclada con la tristeza por la perdida del amigo, una paz, un agradecimiento me reconfortaron).
            -Tenga  un salvoconducto y un billete de tren hasta Zamora. Al salir le darán ropa limpia, un chusco y una lata de sardinas. Cuando llegue al pueblo se guarde sus idea y ¡ni mu! de esto. Trabaje y no prepare líos, que en la nueva España hay sitio para las personas honradas, como sabemos lo es usted.
 
(Continuará). Este dialogo lo he transcrito más o menos como Melecio me lo contó. Recuerdo que, nacido en 1912, no en el 11 como dije al principio, vive.
           
          
 
 
 
Ylex69
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Mensaje por Ylex69 »


[QUOTE=alvaro76]        Ylex: Si me das tu dirección de correo electrónico te puedo mandar todo el texto de "Atisbando el Borrajo". Luego tendrías que imprimirlo lo que, según la impresora que tengas, te saldría más o menos caro. De todos modos, más barato que comprar el libro.
        Puedes mandármela a la mía: amodrono@telefonica.net
        Animado por "Barreirosgrande", y por todos los que entran en este foro, me pongo a copiar otro capítulo de "El Jornalero".[/QUOTE]  Ahí lo tienes:  ylex69@gmail.com       Aunque prefiero comprar el libro. Los libros tienen algo especial, no es lo mismo leerlo en el folio, pero si me lo envías, lo leeré con agrado. Saludos y adelante.
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Biel
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Mensaje por Biel »

hola, saludos Alvaro, dime tb a mi donde puedo comprarlos y si alguno no puduiese encontrar me lo podrias enviar tb. saludos y gracias.
No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.
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alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

          Efectivamente Ylex: Los libros tienen algo especial. Del pequeño, primero que edité, "Crónicas de ayer desde....." quedan unos pocos en la librería de mi pueblo, y otros pocos en mi casa. Mándame tu dirección postal por correo electrónico y te mando un ejemplar, como regalo.
         Igual le digo a Biel y a "Barreirosgrande".
         Por correo electrónico es excesivo mandar un "tocho" de 100 folios.
A ver si aparece por aquí "Tampocovivoenunpueblo", que me parece trabaja en la Junta, y conseguimos una ayuda para editarlo. No pido dinero. Sólo eso: que lo editen.
        Entonces, de los que a mí me den, no os va a faltar un ejemplar.
        Del segundo, "Charlas de fragua y solana", que lo publicó Semuret y la Diputación, no queda ni un solo ejemplar.
        El terrcero: "Andrés Vázquez", memorias de un torero", editamos una buena tirada. De este hay ejemplares por todas las librerías de España, si no tienen se lo piden al distribuidor, "Egartorre Libros".
        El último editado: "Víctimas de la guerra civil en...........", quedan pocos ejemplares. Aparte del relato que estoy copiando, es una historia muy local por lo que puede carecer de interés traspasada la raya provincial, a lo sumo.
        Creo mañana poder acabar de copiar el relato de "El Jornalero". Podríamos abrir un debate sobre el tema.
        Un saludo a todos.  
 
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

                                               EL JORNALERO.- (Continuación).
 
            Cogí el tren hasta Zamora. Hasta el pueblo me ahorré lo del coche de línea. Pensaba marchar andando, ¡total once leguas....!, pero tuve suerte: en la estación estaba el carromatero Bernardo Sampedro.
            Las diez horas de traqueteo, muchos tramos los hacíamos andando, dieron mucho de sí. Primero escuchó mi peripecia. Vio que volvía sin odio, los acumulados en la cárcel se habían disipado con la libertad, y, a la vez, con esperanza y temor. Me tranquilizó.
            -Ahora el que manda es “Cobera”  (un labrador joven, padre entonces de tres hijos, luego vinieron dos más, que araba tierras propias y otras en colonia, que vivía de su trabajo). Le hicieron alcalde en el 37, y, desde entonces,  se acabaron las detenciones. Ha puesto a raya a los señoritos. Todo lo más que hayas de ir a Misa los domingos).
            Su relato me confirmó el horro que suponía, y del que tenía noticias confusas. Habían fusilado a Mecos, Garibaldes, Manojos, Gatos, Julia “la Baldomero”, la madre de mi tocayo, al esterero, que era un santo,..... Los contamos: 28 en total. De los que llevaron al frente, veinte no volvieron vivos: un muchacho del aguardientero, un “Lenteja”, un “Lagunero”, ...Laureano, mi amigo,.......
            ¡Cuántos sin regreso, que ya no se henchían del azul, ni de los trigos cereños, de los barbechos en tercia, de las torres de sus pueblos a lo lejos, de las cebadas pidiendo hoz...!. ¡Cuántas caricias de madres. De novias, cuántas charlas de amigos perdidas...!¡Cuántos pulmones cerrados a ese aire con olor a mies, a tierra, a nube que me reconfortaba...!.
            Llegamos entre dos luces. En tres años y medio el pueblo, las casas, las calles, seguían igual. Sólo ranas y grillos querían romper el silencio de la resaca de la borrachera de odios.
            Rodeé por las afueras para no encontrarme con alguien. Padre, recién llegado de regar con el cigüeñal el cacho huerta, gracias al cual subsistieron, descansaba en el poyo del corral, madre repartía el “cogido” entre el marrano, las gallinas y conejas. Mis hermanos, de quintas más jóvenes, seguían movilizados.
            Mi llegada fue tremenda y feliz sorpresa: -¡gracias Señor!. Su abrazo quería ser infinito. Extenuados de lágrimas sus ojos, sólo sabía decir, ¡para qué más!,: ¡¡¡¡¡HIJO MIO!!!, ¡¡¡¡¡HIJO MIO!!!!. Padre extendió sus brazos sobre ambos.
            Aquellos huevos, fritos con unos palos en la lumbre, aquel chorizo que madre guardaba para nuestra vuelta, aquel pan de varios días, la lechuga del huerto,.... aquella cena con mis padres, fueron un manjar del cielo, reconfortaron mi cuerpo y mi alma.
            Lo primero, al día siguiente, la visita a los padres de Laureano. Estaban abatidos. Era el único varón. Le seguían tres hermanas: -¡ya sé que no le puedo suplir, pero me ofrezco como su segundo hijo....”.
            En los días que faltaban hasta la feria, puse con mi padre la huerta en orden. Por la noche salía al fresco, en la vecindad fui bien acogido. No andaba por el pueblo, evitaba los encuentros, pero si los había daba el pésame sincero a los unos y a los otros.
            Rehuían encontrar con los que confeccionaron las “listas”, pero si ocurría, ni ellos demostraban altivez, ni yo miedo. Más que odio, tenían mi desprecio.
            Salí a la plaza el 21 de junio. Aquel año volvió a celebrarse la feria. Sin fiestas. La vida seguía. La recolección encima. Era necesario ajustar agosteros, reponer algún trillo, tornaderas, redes o bieldos. Tuve buenas ofertas. Aún recordaban mi fama de buen trabajador. Entre los cincuenta muertos y los no licenciados, escaseaban los braceros. Ninguno de los “manchados” se atrevió a acercarse a mí. Me ajusté “a mantenido”, por 100 duros los noventa días, en casa de “La Viuda”.
   Cuatro mozos y cuatro agosteros hicimos aquel verano, casi todos recién licenciados. No nos faltaban ni discusiones ni bromas, de las que yo era la agradable “víctima”!. A mí sólo me quedaba lo de Guadalajara, donde, además los de enfrente fueron italianos, pero menudo cachondeito con “el no pasarán”.
   El trabajo, alegre, redentor: ¡había tanto niño, tanta mujer, tanto anciano esperando el pan que recolectábamos......!. La relación entre amos, criados, criadas, cachicanes, era fraterna, y la alegría indisimulada. A mí, enterados de mi graduación, me ascendieron, y empezaron a llamarme “Capitán”.
   Cuatro fiestas en los noventa días: “el 18 de julio” hubo un cuerdo tácito entre los no adeptos: ninguno fuimos a cantar “El Cara al Sol”, ante la lápida de los “caídos”. Cobera aplacó a los exaltados: -¿qué queréis?, ¿fusilar a medio pueblo?. Ya hemos vencido, ahora hemos de convencer. Es la hora de la reconciliación. Alguno sí fue a Misa el día de Santiago, por oír al organista, que era de los nuestros, tocar la alborada gallega. Por San Roque las vacas volvieron a correr por La Solana, y las muchachas, no de luto, fueron a la plaza.
   Acabado el verano, seguí de lagarero y sementerero. En el invierno anduve “a la piedra”.
   El día de  Nochebuena, puesto que no me obligaban, decidí ir a Misa del Gallo. Mi madre nos llevaba de niños. Además el mensaje de paz del hijo de María y el Carpintero, ¡sintonizaba tanto con mi estado de ánimo...!.
   Cuando volvía de adorar al Niño, (el Cura al dármelo a besar me había sonreído), descubrí lo más bonito de mi vida: el rostro, los ojos, la sonrisa de Rosario, la mayor de las tres hermanas de Laureano, la que le seguía. En los cuatro años, había pasado de niña a mujer, había madurado como espiga sin argaña. Su dulzura realzaba su belleza pálida.
En el 37 marchó a curar heridos en los frentes. Recién había llegado.
   Al día siguiente se abrió el baile y, aunque de alivio, fue, con las amigas.
   Al enlazarnos para bailar, aun curtidos por una guerra, éramos dos adolescentes temblorosos. ¡Con qué ganas se hubiera refugiado a llorar sobre mi pecho...! En el baile no lo hizo, pero sí, al salir, en el primer rincón que encontramos.
 
      (continuará hasta el final).
  
 
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

                                                 EL JORNALERO.- (Final).
 
            A sus padres se le abrió el cielo con nuestro noviazgo. Despreciaron el comentario de la vecina sobre que yo “era de menos categoría, porque era jornalero y ella pastora.
            Nos casamos a la primavera siguiente. Suplí al hijo que les faltaba.
            Desde febrero yo trabajaba en la huerta del Sr. .Daniel, en Villamayor. Huerta grande, a la entrada del pueblo. Tenía noria y muchos frutales, una casa, sombreada por parras la portalada, con corral, cuadra, pocilga, gallinero y tenada. La adecentamos y ocupamos al día siguiente de la boda. Nos prestaron un carro para llevar los cuatro enseres. La fuimos llenando de amor, de ternura, y de hijos.
            Aunque el jornal escaso, teníamos asegurada la vivienda, la lumbre con los palos de la poda, y los restos secos de la huerta, la luz, el agua de la poza y las viandas: hortalizas y fruta en abundancia, el marrano, gallinas, conejos, y una cabra, que ayudaba a Rosario en las lactancias. A los mendigos que llegaban por allí, no les faltaba la limosna, un poco de sombra y un vaso de agua fresca, o el calor de nuestra lumbre.
            Nos integramos en el pueblo. Del nuestro llegó el apodo de “Capitan”. Los niños iban a la escuela. Yo volví a jugar a la pelota, y después a “la chana”. Así que pudimos compramos una radio que cogía, por la noche,  bajico y sin peligro porque vivíamos, aunque cerca, fuera del pueblo, las emisoras Radio París, la BBC de Londres y la Pirenáica. Por el día Rosario escuchaba noticias, discos, radionovelas,...¡Cuánta alegría la derrota de los Nazis, como después, vista su trayectoria, la caída del Comunismo.
            El Maestro nos dejaba libros que, como todo, Rosario y yo compartíamos. Los domingos, cogíamos a la cuadrilla en el carro y nos acercábamos a ver a los abuelos.
            Entre todos levantamos a España de la ruina. Fuimos consiguiendo desarrollo económico y conquistas sociales. Por fin llegó la democracia. Mi idea de que cada uno trabaje lo que pueda y reciba lo que necesite, casi es una realidad en este estado de derecho.
            La pérdida de Rosario, joven aún, fue un desgarro en mi vida. El cariño de los hijos la ha compensado, pero, como todos emigraron, al verme tan solo, fui con ellos al País Vasco. A mi nietico mayor, Guardia Civil, qué paradoja, nieto de un anarquista, allí lo asesinaron.... .Su muerte, un hachazo irracional de “la culebra”, no la he superado. Son una lacra pestilente en el océano de paz de mi vida. Esa barbarie, esa sinrazón, afianza aún más mis ansias de paz. ¿Conocerán ellos algo parecido a la dulzura de nuestra vida pacifica en la huerta del Sr. Daniel...?.
            En aquella charla con Remedios, la pequeña de mis cuñadas, en el parque “arreglamos el mundo”: para buscar la paz, que ha de ser hija de la justicia, nosotros, los del primer mundo deberíamos vivir con un poco más de austeridad; privándonos de lo que derrochamos contribuiríamos a un orden social mundial más justo, y a no destruir el planeta. Unos ciudadanos bien informados, éticos, coherentes, no consumistas, acabarían con los grupos de poder, que hoy son los económicos y los medios de comunicación. Que todo el poder, basado en la razón y la justicia, dimane del pueblo, que, prácticamente de acuerdo todos los partidos en el orden político social, elegirá a unos gobernantes limpios y honrados, siendo esos criterios éticos y de eficacia de gestión, el aval de su elección, en este Estado liberal social.... .
            Remedios, antes de enviudar, arregló y conserva la casa en el pueblo del viejo “Pacho”. Es diez años más joven. Se vale bien, y yo no estoy achacoso. Después de la fiesta, decidimos juntar nuestras vidas en el último tramo. Nos hemos quedado en el pueblo.
            El incidente de la corrida nos hizo ver que los odios, propiciados por soberbias y egoísmos, por un caciquismo reimplantado, siguen latentes, pero: ¡peor para ellos!. Algo podremos influir con nuestro consejo, con nuestro ejemplo vital y, de todos modos, aquí se saborean mejor los recuerdos y las nostalgias.
 
                                                            ----------------------------
 
   Repican las cantarinas campanas de las Monjas. Vuelve a ser  Nochebuena,  ni sé cuántas van ya. La iglesia está cerca. Nos abrigaremos. Remedios y yo volveremos a la Misa del Galleo del dos mil. Me hará revivir la del 39, la de Rosario.
   El mensaje del Niño, ¡es tan coincidente con lo que mamé en el hogar...!. Su Sermón de la Montaña, ¡tan coincidente con lo que ha querido ser mi vida....!.
        ¡Además!, el autor de una Doctrina tan excelsa, ¿por qué no puede ser Divino...? . ¡Y qué sentido tiene esta vida si no....!. Y ¿por qué no, cuando se cierren mis ojos a esta luz, no puede aparecer Él radiante, tras el túnel de la muerte, acogiéndonos en la infinita Paz...?.
 
      (Advertencia: Este relato está escrito el año 2001. Años de vacas gordas, y hablo de austeridad. Ahora no va a quedar más remedio. También la situación del pueblo del cuento ha cambiado).
                                                                                                                                                           
 
alvaro76
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Mensaje por alvaro76 »

          Con este relato terminamos la serie. Intento que sean una muestra de lo que deseo sea un nuevo libro.
          Ahora si me gustaría recibir alguna opinión sobre este último. En lo sucesivo, dejando pasar días, con vuestro permiso, colgaré artículos de actualidad publicados en un semanario comarcal.
          Un saludo a todos, y todas. ¿Hay alguna por ahí?.
PabloMAlcaide
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Mensaje por PabloMAlcaide »

Precioso, simplemente precioso, me he emocionado.
LOS PRODUCTOS ESPAÑOLES PRIMERO.
Kalin63
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Mensaje por Kalin63 »

 Enhorabuena por tus relatos, Álvaro.
 Aunque no tan idílico como tú lo describes, quizás éste sea el sentir de la España de la postguerra hasta nuestros días en la que imperó la cordura  aun estando plagada de rabia contenida.  Dicha cordura y el buen hacer de políticos de todas las ideologías encabezado por la figura de Adolfo Suárez,  permitió una transición pacífica y la consolidación de la democracia curando poco a poco viejas heridas.
 La naturaleza humana es sabia y cicatriza absolutamente las heridas. Aun en el caso de que algún Garzón con afán de protagonismo vierta vinagre sobre dichas heridas sigue imperando la razón y la cordura de tantos y tantos Melecios anónimos.
 Reitero mis felicitaciones por tus historias, a mí particulamente "El Jornalero" es la que más hondo me ha calado sin desmerecer las demás. Creo que no es fácil mantener un tema literario entre los post mas leidos de un foro profesional, y más siendo de agricultores, a los que se nos tacha de insensibles y de incultos.
 
 Saludos y sigue con tus crónicas Álvaro
No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.        BADAJOZ
Ylex69
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Mensaje por Ylex69 »


    ¡Sobrecogedor!. ¡Impresionante!.Se me encoge el corazón.     Como tenía 7 años cuando acabó la dictadura, no he conocido ni de lejos esa vida ( ¡ni Dios quiera!), sólo tengo noción por lo que me contaban los viejos del pueblo cuando era chaval.  Decía mi padre que el pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla. ¡Ojalá no olvidemos de donde venimos, y lo cerca que está!. ¡Ojalá siempre seamos capaces de apreciar claramente el valor de lo que tenemos, y no lo arriesguemos insensatamente!. Un gran relato, Álvaro. Tienes un don, no me cabe duda. Espero que sigas escribiendo por muchos años. Lectores no te van a faltar. Gracias y enhorabuena. Saludos.
Ylex692009-02-01 03:44:19
Querer es poder, si se quiere con energía. Juntos, podemos. y l e x 69 @ g m a i l . c o m
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