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Seminario en la FAUBA (SIAV) 5 de septiembre de 2005 | El prestigioso Profesor Colin W. Holmes, de paso por Buenos Aires, expuso sobre la industria láctea de Nueva Zelandia, el futuro del mercado lechero mundial y las perspectivas de inserción para Sudamérica. Siempre ha sido nuestra vocación ir en busca de los mejores referentes para cada línea de trabajo en investigación y educación", con estas palabras el decano Fernando Vilella dio la bienvenida al prestigioso profesor de la Universidad de Massey, de Nueva Zelandia. El seminario se desarrolló en nuestro salón de actos, con entrada libre y gratuita, fue auspiciado por Dairy Partners of Americas (New Zealand Trade & Enterprise) y constituyó un acercamiento al tema de la nueva especialización de posgrado, Producción de Leche en Sistemas Pastoriles, que lanzará la FAUBA el próximo año. Nueva Zelandia tiene una de las industrias lácteas más fuertes del mundo, con 4 millones de vacas lecheras y una población de 4,5 millones de personas, exporta entre el 90 a 95 % de su producción, especialmente a Asia. El sistema con el que este país logró su actual competitividad es de producción estacional pues alimenta a las vacas mayormente con pasturas. Casi el 90 % de los animales hace la parición en julio, agosto y septiembre. El período seco corresponde a los meses de marzo, abril y mayo, y durante el invierno sólo se ordeñan vacas para el mercado interno. "Sistema robusto, muy simple y rentable", fueron las palabras del profesor Collin Holmes al calificarlo. Y además "permite a los tamberos tener tiempo libre para el esparcimiento y las vacaciones", destacó el experto. Gran parte del éxito de los tambos neozelandeses reside en su logística. Sus estrategias de gestión se basan en un engranaje de sectores con objetivos comunes y ensambles planificados. "Tenemos una industria lechera cooperativa. El 63 % de los tambos están operados por los dueños, en muchos casos viven en el tambo y hacen gran parte del trabajo. El cooperativismo viene de la mano de la integración de sectores de control e investigación, así nosotros podemos desarrollar grupos de vacas que son apropiados para nuestro sistema de pastoreo y no tenemos que confiar en otros para que nos provean de los animales", explicó orgulloso Holmes. Dada la tendencia a agrandar las dimensiones de los tambos, en la actualidad son frecuentes las sociedades. Alrededor de ¼ de los tambos están operados por socios-tamberos, esta modalidad implica que una persona que es propietaria de las vacas hace el trabajo y la otra pone el tambo y su mantenimiento. Luego se dividen las ganancias por la mitad. "Si funciona bien, es una sociedad muy buena, permite que los jóvenes entren a la industria con las vacas, y los mayores, que tienen la experiencia, ponen las instalaciones. A veces, los socios son cuatro o cinco, cada uno pone capital, por ejemplo, un millón de dólares, y a su vez, si aportan trabajo, obtienen un sueldo además de la distribución de los reembolsos. Los que están operados correctamente son experiencias muy exitosas", aseguró el expositor. Entre las estrategias logísticas neozelandesas, el invitado destacó la importancia de la gestión cuantitativa del espacio del pasto disponible, contar con una buena infraestructura (caminos, cercos, disponibilidad de agua), seguir una ecuación económica lógica y encontrar la vaca adecuada para el tipo de sistema y las condiciones imperantes. "Lo que hay que comparar todo el tiempo es el costo de los alimentos con el precio de la leche para determinar cuál es el alimento más efectivo. Mayor producción no siempre implica mayor ganancia. Hay que considerar los ingresos y los costos de vaca por kilogramo de alimento en todos los rubros participantes", recomendó Holmes. En Nueva Zelandia, casi el 90 % de la fuente de alimentos en los tambos son los forrajes pastoreados. La mayoría de los tamberos mandan las vacas secas a pastorear a otro establecimiento, en el 15 % de los tambos los suplementos proveen el 20 % de la dieta. Lo más común es silaje, maíz, pasturas y más recientemente bagazo del aceite de palmito importado de Malasia. Algunos tambos están usando papas, que son un subproducto de Mc Donalds, excedentes de fábricas de vegetales y frutas y también nabos, detalló el especialista. Perspectivas y consejos El experto se manifestó optimista sobre el futuro: "Tenemos predicciones de cambios para el período 2002-2012: se espera que el total de la demanda láctea mundial aumente un 30 % en unos diez años, esa leche no vendrá de Europa ni de los Estados Unidos, si el mercado se torna más justo va a ver grandes oportunidades para Sudamérica y la Argentina va a ser parte de este proceso". Para continuar en carrera, los neozelandeses apuestan a la investigación en genética, concentrándose no sólo en aumentar la fertilidad (fundamental para un sistema estacional), sino también en el valor económico que puedan agregar a su leche: "queremos lograr más proteínas desde lo genético, y más grasa porque también vale. Pero no nos interesa obtener más cantidad de leche porque mayor volumen implica un costo mayor", dijo Holmes. Al referirse a las vacas más eficientes para el sistema pastoril de su país, consideró que el peso vivo tiene un valor negativo dado que la vaca más pesada necesita más alimento. "Si tenemos dos vacas y ambas producen la misma cantidad de grasa y proteína, pero una es más pesada que la otra, por ejemplo 1 kg más, la más pesada vale 0,9 dólares menos que la más liviana. No significa que necesariamente seleccionemos vacas livianas, pero tenemos en cuenta que las pesadas no son eficientes". Ya sobre el final de la exposición, el profesor contó una anécdota para resumir sus recomendaciones: la historia es de un consultor que tenía dos tamberos, uno al lado del otro, a uno le iba excelente y al otro, muy mal. Éste le preguntó al asesor la razón de su mala suerte ya que tenía el mismo terreno que el vecino. El consultor le dio una caja negra y le pidió que la pusiera hasta fin de año todas las semanas en el medio del tambo. Al año siguiente ya todo estaba yendo bien en esa unidad. "Esta caja debe ser mágica, ábrala y dígame qué hay", dijo el dueño. Por supuesto, la caja estaba vacía. La respuesta a la pregunta fue que por primera vez el tambero le había prestado real atención al terreno, porque tenía la excusa de la caja. "En Nueva Zelandia, decimos que la diferencia entre un buen tambero y uno mediocre es dos semanas, el primero hace las cosas correctas dos semanas antes que el segundo. Los dos hacen lo mismo pero uno tiene mejor timing", remató Holmes. Finalmente, el especialista apreció los grandes recursos de Sudamérica para tener un futuro brillante en el mercado lácteo pero "todavía la industria no está muy bien organizada, lo que deben hacer es cambiar la mentalidad. Aumentar la eficiencia, ir al sistema más simple, en lugar de ir al más complejo, porque es más fácil corregir los errores. Deben planificar los recursos de engorde, establecer los objetivos. Hay que ser realistas, no se concentren en el rendimiento máximo por vaca, sino en la ganancia por materia seca por hectárea. Sudamérica no debe aceptar la genética que viene de un sistema diferente al suyo. No se pueden copiar sistemas a menos que éstos funcionen en las mismas condiciones en que funcionan los propios, y esto es improbable. Deben encontrar las vacas más adecuadas a sus propias condiciones
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