Oro líquido a precio de ganga
POR OLATZ RUIZ, PERIODISTA DEL SECTOR AGRARIO.
• 29/01/2009 0:00:01
Es el buque insignia de la dieta mediterránea, esa que precisamente se pretende que sea reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, pero en estos momentos pasa por una de las situaciones más delicadas de su milenaria historia. El aceite de oliva, tan aclamado por sus valores gastronómicos y saludables, el llamado ‘oro liquido’ que ha llevado a grandes magnates a plantar de olivos extensiones inmensas, es tratado por el mercado como el último de los artículos prescindibles. Lo cierto es que desde que comenzó el año 2009 los olivareros están atravesando uno de los momentos más delicados de su historia porque apenas se paga el aceite a 1,80 euros por kilo, el precio más bajo desde hace más de diez años y que apenas cubre los costes de producción.A muchos les puede sorprender que por un alimento cada vez más prestigiado se pague tan poco y más cuando no se prevé una campaña extraordinaria en cuanto a producción y en la que la demanda, a pesar de la crisis, sigue estable. Con 325.000 toneladas de enlace, 60.000 de importaciones previsibles, una estimación de producción de 1.100.000 de toneladas y con una posición de liderazgo en el mercado mundial tras la compra por parte de empresas españolas de las principales firmas internacionales, el olivarero se encuentra en una de las peores situaciones vividas. El aceite de oliva se encuentra en estos momentos con un delicado problema de comercialización que se fundamenta en que casi la cuarta parte de la producción mundial está en manos de una solo grupo, SOS Cuétara, sobre todo tras la adquisición de la italiana Bertolli. Así las cosas y si además se tiene en cuenta las extensas plantaciones de olivar que posee la multinacional española, no es de extrañar que prácticamente todas las organizaciones agrarias y la propia Junta de Andalucía apunten ya, sin tapujos, a Jesús Salazar como la persona que tiene el poder de fijar el precio del aceite y, por tanto, como culpable de la actual situación que incluso ha llevado a COAG a anunciar un paro en el sector del olivar en la provincia de Jaén.Esta situación de dominio en el mercado no es sólo culpa de una persona o una empresa por poderosos que estos sean. Tampoco se ha gestado de un día para otro. La atomización de un sector olivarero que cuenta con innumerables almazaras, que muchas veces están regidas por consejos poco amigos de problemas y temerosos de contratar profesionales que les obliguen a hacer gasto y a emprender caminos arriesgados, es la principal causa la delicada coyuntura de un sector productor que en frente tiene a muy pocos industriales y aún menos cadenas de distribución. Afortunadamente, comienzan a surgir algunos proyectos que van lentos, pero al menos parecen marcar un camino para contrarrestar esta situación que deja al productor con las manos atadas. En Andalucía están apareciendo algunas iniciativas que pretenden concentrar la oferta de las cooperativas para evitar quedar totalmente a merced de la industria. En estos momentos destacan dos proyectos impulsados por UPA en Jaén y FAECA en Granada, que podrían aglutinar en conjunto unos 110 millones de kilos de aceite de oliva. El proyecto de Jaén consiste básicamente en constituir una central de ventas que puede concentrar el 20 por ciento de la producción aceitera de Jaén, entre 80 y 90 millones de kilos. A primeros del mes de enero ya se ha dado un primer paso al que se han unido once cooperativas, aunque se espera que lleguen a sumar cerca de la treintena.Algo similar se está moviendo en la provincia de Granada, donde 44 cooperativas de aceite de oliva de 16 municipios están ultimando una de segundo grado que concentrará la actividad comercial del sector. Estas cooperativas granadinas aglutinan a unos 7.600 agricultores que producen entre 15 y 22 millones de kilos de aceite al año, con una facturación de 50 millones de euros. Si a esto se le suman los esfuerzos no sólo de concentración de oferta, sino de creación de un grupo alimentario andaluz por parte de la cooperativa Hojiblanca, vemos que se están dando pasos posiblemente en la dirección correcta, aunque se haya empezado a andar muy tarde. En todo caso, aún nos sorprende que sólo se hable del problema cuando éste llega al consumo. El olivar ha sido noticia cuando llegó la avalancha de personas a buscar un empleo en la recogida de la aceituna y lo volvía a ser cuando una asociación de consumidores cayó en la cuenta de que pese a lo poco que se paga a los agricultores, el aceite sigue igual de caro en el supermercado. Este hecho revela básicamente dos cosas. Una es que pese a que en tiempos de crisis la alimentación cobra prestigio en la economía nacional e internacional, los agricultores y ganaderos siguen siendo tratados como ciudadanos de segunda. La otra es que los que denuncian que el litro de aceite virgen de oliva se siga vendiendo en el 'hiper' o en la tienda del barrio, entre los 2,39 euros por litro hasta los 3,89, según los sitios, se quejen amargamente de que no bajen los precios al consumo, pero les parezca estupendo que estén por los suelos en origen, se sientan cómodos con esta situación de monopolio y consideren que es tan malo que se pague más a los olivareros para que su trabajo les resulte rentable como que los magnates de la OPEP cierren el grifo del petróleo para subir su cotización.
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