Página 1 de 1

SE ACABÓ

Publicado: 30 Oct 2018, 19:01
por Trastras
Ya vimos en un manual anterior las explicaciones referentes a Copiar y Cortar. Vamos pues hoy a ver cuales serían los pasos para realizar la selección de texto.

Una vez tenemos a la vista el documento o la página web, podremos emplear varias fórmulas para realizar la selección del texto, en este caso vamos a ver dos de ellas, una será usando el ratón y la otra con el teclado.

Con el RATÓN:
Nos situamos al inicio del texto que queremos seleccionar, hacemos clic con el botón izquierdo del ratón y sin soltar el botón, nos desplazamos hasta la última letra que queremos seleccionar.

Una vez tengamos todo seleccionado soltamos el botón del ratón.
Para copiar ese texto pulsamos la combinación de teclas CTRL + C o bien, nos situamos sobre la zona de texto seleccionada y pulsamos con el botón derecho del ratón y seleccionamos la opción Copiar. La que nos sea más cómoda.

Con el TECLADO:
Situamos el cursor en el inicio del texto, pulsamos la tecla Shift (es la tecla que tiene una flecha hacia arriba y que está debajo del Bloq Mayus, que nos sirve también para poner mayúsculas si la mantenemos pulsada) y sin soltarla, presionamos sobre la tecla de la flecha en la dirección que queremos seleccionar y nos desplazamos hasta la última letra.

Si el texto fuese amplio con varias líneas o párrafos, podemos pulsar la tecla de la flecha hacia abajo y se realizará la selección por líneas. Soltaremos la tecla Shift cuando hayamos finalizado la selección total.

Después de seleccionado el texto, para copiarlo los procedimientos a emplear pueden ser los mismos ya explicados anteriormente.

Para PEGAR el texto en otro documento:
Abrimos el nuevo documento y después de haberlo Copiado del original podemos pegarlo de

Para PEGAR el texto en otro documento:
Abrimos el nuevo documento y después de haberlo Copiado del original podemos pegarlo de dos modos.
•Utilizar la combinación de teclas Ctrl + V o bien,
•con las opciones del Menú contextual pulsando el botón derecho del ratón y seleccionando la línea Pegar.

Ya veis que no tiene mayor dificultad y a buen seguro que una vez que hayáis trabajado el tema, finalmente os resultará más cómodo Copiar y Pegar con la combinación de teclas. CTRL + C = Copiar y CTRL + V = Pegar.

En Windowsfacil podéis ver este manual con atajos del teclado, o combinaciones de teclas para realizar otras funciones.

De interés:
– Instalar programas.
– Cambiar mayúsculas y minúsculas en Word y Writer.
– Los puertos USB.
– No veo la película pero si la oigo. Codec.
– Qué es una extensión de archivo
– Qué es un Recovery o Disco de Recuperación.
– Qué es una partición.
Ha sido precisamente el interés que despertó en un lector, Elías Cueto, el artículo Las preguntas que importan, publicado en El País Semanal el pasado domingo, lo que le llevó a un penoso descubrimiento. El texto alberga párrafos copiados, literalmente o casi, de un opúsculo de 14 páginas que puede consultarse
Lo explica así: “Leo con interés el artículo. Fascinado por la cita de Marilee Goldberg de la página 32, decido buscar en Internet algún dato adicional sobre ella y me encuentro la siguiente referencia: http://www.theworldcafe.com/pdfs/aopq.pdf. ¿Son ustedes conscientes del tremendo parecido entre ese documento y el artículo publicado por Miriam Subirana? Creo que, como lectores de EL PAÍS, nos merecemos algo mejor”. En la carta, el lector alude a la práctica de copiar y pegar que la existencia de Internet facilita en extremo y habla de una sociedad digital mal entendida. A la vista de todo ello, prosigue, “uno entiende ciertas cosas sobre la crisis de la profesión periodística”.

Desde luego, los editores en la redacción no eran conscientes de ello. En el trato con colaboradores habituales se establece una relación de confianza que casos como este perjudican seriamente. En el mercado hay programas que cotejan un original con la documentación disponible en la Red para detectar apropiaciones intelectuales. Sería muy triste, y seguramente impracticable, tener que introducir estas herramientas en las redacciones para comprobar si se respeta, y reconoce debidamente, el trabajo ajeno en todos los originales que se manejan.

En la breve bibliografía que la responsable del artículo adjunta se cita The art of powerful questions. Catalyzing insight, innovation and action, de Eric E. Vogt, Juanita Brown y David Isaacs (Whole Systems Associates). Sin embargo, en el cuerpo del artículo no se hace ninguna alusión al mismo a pesar de que aparecen frases y párrafos copiados. Según el rastreo realizado con el contador del procesador de textos, de un artículo cuyo cuerpo central tiene 1.404 palabras, más de 550 figuran en frases traducidas tal cual, o con alguna supresión insignificante, del mencionado original. Lo que supone un tercio de lo publicado. En Internet también está disponible una traducción al castellano de la pieza original cuyo copyright data de 2003. Según la Real Academia, plagiar consiste en “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.

Subirana ha respondido que “lamento que un error por mi parte no haya dejado claro el origen de algunas frases”.




No se puede aceptar el calco de párrafos ajenos sin marcar su procedencia

“El artículo al que alude el lector”, escribe Subirana, “y que incluyo en la bibliografía, está inspirado en las tesis de Marilee Goldberg, cuyo libro también menciono. Por otra parte, la Ley de Propiedad Intelectual y el Convenio de Berna no establecen la longitud máxima que se permite de una cita. No tuve intención de ocultar ninguna autoría y si no los menciono en el texto es porque eran muchos autores y porque los incluyo en la bibliografía. Por otra parte, las citas a Albert Einstein o Arno Penzias aparecen en muchos textos sobre el tema y además es evidente que el conjunto de su pensamiento y su obra es de dominio público”.

Que en la bibliografía, adjunta al artículo, se mencione la obra no es una eximente para que una parte del mismo se construya con frases calcadas de la misma sin ningún entrecomillado ni alusión sobre su procedencia. Los párrafos que no eran de elaboración propia deberían haber sido publicados debidamente referenciados.

La Ley de Propiedad Intelectual considera lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas siempre que su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico indicando la fuente. Es verdad que una frase de Einstein se puede localizar en infinidad de textos, pero no es admisible que el párrafo que la comenta sea igual que el párrafo del artículo de los tres autores citados.

Subirana es autora de un libro, El poder de nuestra presencia, subtitulado “una guía de coaching espiritual”. Es doctora, por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y formada en el California College of Arts and Crafts de Oakland, Estados Unidos. Como pintora ha realizado muchas exposiciones individuales y colectivas. En el largo currículo que publica
Lo explica así: “Leo con interés el artículo. Fascinado por la cita de Marilee Goldberg de la página 32, decido buscar en Internet algún dato adicional sobre ella y me encuentro la siguiente referencia: http://www.theworldcafe.com/pdfs/aopq.pdf. ¿Son ustedes conscientes del tremendo parecido entre ese documento y el artículo publicado por Miriam Subirana? Creo que, como lectores de EL PAÍS, nos merecemos algo mejor”. En la carta, el lector alude a la práctica de copiar y pegar que la existencia de Internet facilita en extremo y habla de una sociedad digital mal entendida. A la vista de todo ello, prosigue, “uno entiende ciertas cosas sobre la crisis de la profesión periodística”.

Desde luego, los editores en la redacción no eran conscientes de ello. En el trato con colaboradores habituales se establece una relación de confianza que casos como este perjudican seriamente. En el mercado hay programas que cotejan un original con la documentación disponible en la Red para detectar apropiaciones intelectuales. Sería muy triste, y seguramente impracticable, tener que introducir estas herramientas en las redacciones para comprobar si se respeta, y reconoce debidamente, el trabajo ajeno en todos los originales que se manejan.

En la breve bibliografía que la responsable del artículo adjunta se cita The art of powerful questions. Catalyzing insight, innovation and action, de Eric E. Vogt, Juanita Brown y David Isaacs (Whole Systems Associates). Sin embargo, en el cuerpo del artículo no se hace ninguna alusión al mismo a pesar de que aparecen frases y párrafos copiados. Según el rastreo realizado con el contador del procesador de textos, de un artículo cuyo cuerpo central tiene 1.404 palabras, más de 550 figuran en frases traducidas tal cual, o con alguna supresión insignificante, del mencionado original. Lo que supone un tercio de lo publicado. En Internet también está disponible una traducción al castellano de la pieza original cuyo copyright data de 2003. Según la Real Academia, plagiar consiste en “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.

Subirana ha respondido que “lamento que un error por mi parte no haya dejado claro el origen de algunas frases”.




No se puede aceptar el calco de párrafos ajenos sin marcar su procedencia

“El artículo al que alude el lector”, escribe Subirana, “y que incluyo en la bibliografía, está inspirado en las tesis de Marilee Goldberg, cuyo libro también menciono. Por otra parte, la Ley de Propiedad Intelectual y el Convenio de Berna no establecen la longitud máxima que se permite de una cita. No tuve intención de ocultar ninguna autoría y si no los menciono en el texto es porque eran muchos autores y porque los incluyo en la bibliografía. Por otra parte, las citas a Albert Einstein o Arno Penzias aparecen en muchos textos sobre el tema y además es evidente que el conjunto de su pensamiento y su obra es de dominio público”.

Que en la bibliografía, adjunta al artículo, se mencione la obra no es una eximente para que una parte del mismo se construya con frases calcadas de la misma sin ningún entrecomillado ni alusión sobre su procedencia. Los párrafos que no eran de elaboración propia deberían haber sido publicados debidamente referenciados.

La Ley de Propiedad Intelectual considera lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas siempre que su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico indicando la fuente. Es verdad que una frase de Einstein se puede localizar en infinidad de textos, pero no es admisible que el párrafo que la comenta sea igual que el párrafo del artículo de los tres autores citados.

Subirana es autora de un libro, El poder de nuestra presencia, subtitulado “una guía de coaching espiritual”. Es doctora, por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y formada en el California College of Arts and Crafts de Oakland, Estados Unidos. Como pintora ha realizado muchas exposiciones individuales y colectivas. En el largo currículo que publica
Lo explica así: “Leo con interés el artículo. Fascinado por la cita de Marilee Goldberg de la página 32, decido buscar en Internet algún dato adicional sobre ella y me encuentro la siguiente referencia: http://www.theworldcafe.com/pdfs/aopq.pdf. ¿Son ustedes conscientes del tremendo parecido entre ese documento y el artículo publicado por Miriam Subirana? Creo que, como lectores de EL PAÍS, nos merecemos algo mejor”. En la carta, el lector alude a la práctica de copiar y pegar que la existencia de Internet facilita en extremo y habla de una sociedad digital mal entendida. A la vista de todo ello, prosigue, “uno entiende ciertas cosas sobre la crisis de la profesión periodística”.

Desde luego, los editores en la redacción no eran conscientes de ello. En el trato con colaboradores habituales se establece una relación de confianza que casos como este perjudican seriamente. En el mercado hay programas que cotejan un original con la documentación disponible en la Red para detectar apropiaciones intelectuales. Sería muy triste, y seguramente impracticable, tener que introducir estas herramientas en las redacciones para comprobar si se respeta, y reconoce debidamente, el trabajo ajeno en todos los originales que se manejan.

En la breve bibliografía que la responsable del artículo adjunta se cita The art of powerful questions. Catalyzing insight, innovation and action, de Eric E. Vogt, Juanita Brown y David Isaacs (Whole Systems Associates). Sin embargo, en el cuerpo del artículo no se hace ninguna alusión al mismo a pesar de que aparecen frases y párrafos copiados. Según el rastreo realizado con el contador del procesador de textos, de un artículo cuyo cuerpo central tiene 1.404 palabras, más de 550 figuran en frases traducidas tal cual, o con alguna supresión insignificante, del mencionado original. Lo que supone un tercio de lo publicado. En Internet también está disponible una traducción al castellano de la pieza original cuyo copyright data de 2003. Según la Real Academia, plagiar consiste en “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.

Subirana ha respondido que “lamento que un error por mi parte no haya dejado claro el origen de algunas frases”.




No se puede aceptar el calco de párrafos ajenos sin marcar su procedencia

“El artículo al que alude el lector”, escribe Subirana, “y que incluyo en la bibliografía, está inspirado en las tesis de Marilee Goldberg, cuyo libro también menciono. Por otra parte, la Ley de Propiedad Intelectual y el Convenio de Berna no establecen la longitud máxima que se permite de una cita. No tuve intención de ocultar ninguna autoría y si no los menciono en el texto es porque eran muchos autores y porque los incluyo en la bibliografía. Por otra parte, las citas a Albert Einstein o Arno Penzias aparecen en muchos textos sobre el tema y además es evidente que el conjunto de su pensamiento y su obra es de dominio público”.

Que en la bibliografía, adjunta al artículo, se mencione la obra no es una eximente para que una parte del mismo se construya con frases calcadas de la misma sin ningún entrecomillado ni alusión sobre su procedencia. Los párrafos que no eran de elaboración propia deberían haber sido publicados debidamente referenciados.

La Ley de Propiedad Intelectual considera lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas siempre que su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico indicando la fuente. Es verdad que una frase de Einstein se puede localizar en infinidad de textos, pero no es admisible que el párrafo que la comenta sea igual que el párrafo del artículo de los tres autores citados.

Subirana es autora de un libro, El poder de nuestra presencia, subtitulado “una guía de coaching espiritual”. Es doctora, por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y formada en el California College of Arts and Crafts de Oakland, Estados Unidos. Como pintora ha realizado muchas exposiciones individuales y colectivas. En el largo currículo que publica
Lo explica así: “Leo con interés el artículo. Fascinado por la cita de Marilee Goldberg de la página 32, decido buscar en Internet algún dato adicional sobre ella y me encuentro la siguiente referencia: http://www.theworldcafe.com/pdfs/aopq.pdf. ¿Son ustedes conscientes del tremendo parecido entre ese documento y el artículo publicado por Miriam Subirana? Creo que, como lectores de EL PAÍS, nos merecemos algo mejor”. En la carta, el lector alude a la práctica de copiar y pegar que la existencia de Internet facilita en extremo y habla de una sociedad digital mal entendida. A la vista de todo ello, prosigue, “uno entiende ciertas cosas sobre la crisis de la profesión periodística”.

Desde luego, los editores en la redacción no eran conscientes de ello. En el trato con colaboradores habituales se establece una relación de confianza que casos como este perjudican seriamente. En el mercado hay programas que cotejan un original con la documentación disponible en la Red para detectar apropiaciones intelectuales. Sería muy triste, y seguramente impracticable, tener que introducir estas herramientas en las redacciones para comprobar si se respeta, y reconoce debidamente, el trabajo ajeno en todos los originales que se manejan.

En la breve bibliografía que la responsable del artículo adjunta se cita The art of powerful questions. Catalyzing insight, innovation and action, de Eric E. Vogt, Juanita Brown y David Isaacs (Whole Systems Associates). Sin embargo, en el cuerpo del artículo no se hace ninguna alusión al mismo a pesar de que aparecen frases y párrafos copiados. Según el rastreo realizado con el contador del procesador de textos, de un artículo cuyo cuerpo central tiene 1.404 palabras, más de 550 figuran en frases traducidas tal cual, o con alguna supresión insignificante, del mencionado original. Lo que supone un tercio de lo publicado. En Internet también está disponible una traducción al castellano de la pieza original cuyo copyright data de 2003. Según la Real Academia, plagiar consiste en “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.

Subirana ha respondido que “lamento que un error por mi parte no haya dejado claro el origen de algunas frases”.




No se puede aceptar el calco de párrafos ajenos sin marcar su procedencia

“El artículo al que alude el lector”, escribe Subirana, “y que incluyo en la bibliografía, está inspirado en las tesis de Marilee Goldberg, cuyo libro también menciono. Por otra parte, la Ley de Propiedad Intelectual y el Convenio de Berna no establecen la longitud máxima que se permite de una cita. No tuve intención de ocultar ninguna autoría y si no los menciono en el texto es porque eran muchos autores y porque los incluyo en la bibliografía. Por otra parte, las citas a Albert Einstein o Arno Penzias aparecen en muchos textos sobre el tema y además es evidente que el conjunto de su pensamiento y su obra es de dominio público”.

Que en la bibliografía, adjunta al artículo, se mencione la obra no es una eximente para que una parte del mismo se construya con frases calcadas de la misma sin ningún entrecomillado ni alusión sobre su procedencia. Los párrafos que no eran de elaboración propia deberían haber sido publicados debidamente referenciados.

La Ley de Propiedad Intelectual considera lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas siempre que su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico indicando la fuente. Es verdad que una frase de Einstein se puede localizar en infinidad de textos, pero no es admisible que el párrafo que la comenta sea igual que el párrafo del artículo de los tres autores citados.

Subirana es autora de un libro, El poder de nuestra presencia, subtitulado “una guía de coaching espiritual”. Es doctora, por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y formada en el California College of Arts and Crafts de Oakland, Estados Unidos. Como pintora ha realizado muchas exposiciones individuales y colectivas. En el largo currículo que publica
Lo explica así: “Leo con interés el artículo. Fascinado por la cita de Marilee Goldberg de la página 32, decido buscar en Internet algún dato adicional sobre ella y me encuentro la siguiente referencia: http://www.theworldcafe.com/pdfs/aopq.pdf. ¿Son ustedes conscientes del tremendo parecido entre ese documento y el artículo publicado por Miriam Subirana? Creo que, como lectores de EL PAÍS, nos merecemos algo mejor”. En la carta, el lector alude a la práctica de copiar y pegar que la existencia de Internet facilita en extremo y habla de una sociedad digital mal entendida. A la vista de todo ello, prosigue, “uno entiende ciertas cosas sobre la crisis de la profesión periodística”.

Desde luego, los editores en la redacción no eran conscientes de ello. En el trato con colaboradores habituales se establece una relación de confianza que casos como este perjudican seriamente. En el mercado hay programas que cotejan un original con la documentación disponible en la Red para detectar apropiaciones intelectuales. Sería muy triste, y seguramente impracticable, tener que introducir estas herramientas en las redacciones para comprobar si se respeta, y reconoce debidamente, el trabajo ajeno en todos los originales que se manejan.

En la breve bibliografía que la responsable del artículo adjunta se cita The art of powerful questions. Catalyzing insight, innovation and action, de Eric E. Vogt, Juanita Brown y David Isaacs (Whole Systems Associates). Sin embargo, en el cuerpo del artículo no se hace ninguna alusión al mismo a pesar de que aparecen frases y párrafos copiados. Según el rastreo realizado con el contador del procesador de textos, de un artículo cuyo cuerpo central tiene 1.404 palabras, más de 550 figuran en frases traducidas tal cual, o con alguna supresión insignificante, del mencionado original. Lo que supone un tercio de lo publicado. En Internet también está disponible una traducción al castellano de la pieza original cuyo copyright data de 2003. Según la Real Academia, plagiar consiste en “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.

Subirana ha respondido que “lamento que un error por mi parte no haya dejado claro el origen de algunas frases”.




No se puede aceptar el calco de párrafos ajenos sin marcar su procedencia

“El artículo al que alude el lector”, escribe Subirana, “y que incluyo en la bibliografía, está inspirado en las tesis de Marilee Goldberg, cuyo libro también menciono. Por otra parte, la Ley de Propiedad Intelectual y el Convenio de Berna no establecen la longitud máxima que se permite de una cita. No tuve intención de ocultar ninguna autoría y si no los menciono en el texto es porque eran muchos autores y porque los incluyo en la bibliografía. Por otra parte, las citas a Albert Einstein o Arno Penzias aparecen en muchos textos sobre el tema y además es evidente que el conjunto de su pensamiento y su obra es de dominio público”.

Que en la bibliografía, adjunta al artículo, se mencione la obra no es una eximente para que una parte del mismo se construya con frases calcadas de la misma sin ningún entrecomillado ni alusión sobre su procedencia. Los párrafos que no eran de elaboración propia deberían haber sido publicados debidamente referenciados.

La Ley de Propiedad Intelectual considera lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas siempre que su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico indicando la fuente. Es verdad que una frase de Einstein se puede localizar en infinidad de textos, pero no es admisible que el párrafo que la comenta sea igual que el párrafo del artículo de los tres autores citados.

Subirana es autora de un libro, El poder de nuestra presencia, subtitulado “una guía de coaching espiritual”. Es doctora, por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y formada en el California College of Arts and Crafts de Oakland, Estados Unidos. Como pintora ha realizado muchas exposiciones individuales y colectivas. En el largo currículo que publica