Ford-Ferguson 9N
Durante más de 10 años, la maravilla de la revolución industrial, la planta de Ford en Rouge, a las afueras de Detroit, no había fabricado ni un solo tractor. Si bien seguía produciendo millones de automóviles, esta planta había albergado el tractor más exitoso de todos los tiempos: el Fordson.
Casi 740.000 Fordson salieron de la planta de Rouge hasta 1928, cuando cesó su producción en Estados Unidos, lo que supuso un alivio para otros fabricantes. Durante la década anterior, el sector de los tractores se componía de Fordson y algunas otras marcas.
Así que debió de ser una gran preocupación para los fabricantes cuando se enteraron de que Ford volvía a fabricar tractores en Estados Unidos (los Fordson siguieron fabricándose en Cork, Irlanda, después de 1928). En el fondo, pensaban que Henry Ford nunca hacía nada a medias.
Henry no les falló. Tras un pacto de caballeros con el genio de la ingeniería Harry Ferguson, Ford anunció planes para construir un tractor asequible y ligero que ofrecía un avance sin precedentes en el mercado: una nueva forma de enganchar fácilmente los implementos al tractor y una manera de levantarlos sin necesidad de mano de obra.
En 1939, el Ford-Ferguson llegó al mercado y el diseño de tractores cambió para siempre.
Harold Brock, el ingeniero de Ford encargado de crear un tractor con el sistema de tres puntos de Ferguson y piezas de Ford, hizo su magia combinando la mejor tecnología de ambos bandos. El tiempo apremiaba, según le dijo Henry Ford a Brock. Así pues, Brock reunió a su equipo y en menos de ocho meses diseñó una máquina que satisfizo tanto a Ferguson como a Ford, lo cual, de por sí, no fue tarea fácil.

Bajo, ancho y aerodinámico
El resultado fue una máquina ágil, baja, de amplios espacios y aerodinámica, con un potente motor de cuatro cilindros de 119 pulgadas cúbicas que generaba unos respetables 28 caballos de fuerza. Además, el tractor contaba con numerosas características de serie, como arranque eléctrico, toma de fuerza, filtro de aire en baño de aceite, distribuidor de accionamiento directo con bobina integrada y transmisión de tres velocidades.
Aún más impresionante fue el precio del tractor. Cuando se lanzó en octubre de 1939, el ahora llamado Ford-Ferguson 9N se vendía por tan solo $585, fácilmente una cuarta parte menos que el costo de un tractor de la competencia.
Sin duda, la capacidad de Ford para producir cantidades masivas de automóviles o tractores con la eficiencia de una cadena de montaje (un proceso de fabricación inventado por Henry Ford) contribuyó a la contención de costos. Sin embargo, el equipo de ingeniería de 9N aprovechó el recientemente presentado motor Mercury V-8 de Ford (otra primicia de Ford), utilizando la mitad de esa plataforma para diseñar el motor de cuatro cilindros en "L" de cabeza plana.
Piezas de automóviles y camiones
Este uso cruzado de piezas automotrices se extendió a otros aspectos del 9N. Por ejemplo, los motores de arranque del tractor se derivaron de pequeños motores Ford V-8. Los anillos del eje trasero y los piñones del 9N eran los mismos que se utilizaban en los camiones Ford de gran tamaño.
El resultado de la fusión de piezas convirtió al 9N en una compra atractiva. Esto se evidencia en el hecho de que, durante los tres años que estuvo en producción, se vendieron 99 000 unidades.
A efectos prácticos, el 9N se relanzó como el 2N en 1942 con mejoras menores. Sin embargo, el tractor se vendió en masa durante el racionamiento de la guerra. Cuando finalizó la producción del 2N en 1947, se habían vendido poco más de 167.000 unidades de ese modelo.
El legado de la Serie N continuó con la introducción del popularísimo 8N. Durante sus seis años de producción, el 8N generó ventas de 525.000 tractores.
En total, se vendieron casi 800.000 tractores de la Serie N, una hazaña nunca igualada por ninguna serie de tractores en la historia.
28-4-25--D.Mowitz
sf-usa